Rafael todavía no había cumplido los tres años.
Empezó a hablar y a caminar a los nueve meses y desde los siete meses volaba en un tacatá chiquitito que su madre logró encontrar , porque el médico le había dicho que su hijo quería correr desde que tenía tres meses.
El niño tenía tal poder de observación que dirigía a su tío, hermano de la madre, mientras los llevaba a casa.
¿Y tu como sabes que es a la derecha? Preguntó el tío.
“Porque antes cuando pasamos por aquí vi ese cartel” dijo el niño señalando el cartel de una tienda. El tío no salía de su asombro al ver el sentido de la orientación del pequeño.
Mientras se dirigían a casa con sus indicaciones, la madre y el hermano de esta hablaban del Fisco, es decir Hacienda de Chile. De pronto el niño dijo:
¿Mamá que es el Fisco?
La madre, ante el pasmo de su hermano, le contesto lo que era el Fisco como si el niño hubiese sido un estudiante avezado en cuestiones crematísticas. El hermano de la madre comenzó a reír y comentó que el pobre niño no habría entendido nada.
El niño, muy ofendido por el comentario de su tío le contestó:
“Claro que he entendido” y relató con sus medias palabras que el Fisco tenía el dinero que le teníamos que dar todos para pagar las calles y las cosas de las calles y otras cosas y las escuelas y más cosas.
Y añadió orgulloso:
“Tío, yo no soy tonto ”