Este verano, como todos los veranos, los telediarios nos han hablado del calor, de los terribles incendios que asolan nuestros bosques y que todos aceptamos con naturalidad, año tras año, como desastres que no son responsabilidad de nadie y al parecer imposibles de evitar, de las playas, de los atascos y cómo no, de la tremenda campaña de la DGT para multar a todos aquellos "criminales" que no cumplan los límites de velocidad.
Sí, sí, criminales que no tienen mayor respeto por la vida humana que uno de los asesinos más peligrosos de la historia. Ahí vamos, haciendo amigos... Comparar a los ciudadanos con Charles Manson -y quien no haya superado nunca los 140 km/h que no se dé por aludido- no me parece la mejor manera de enfocar una campaña de estas características.
Está claro que su intención es noble, o eso quiero pensar. La velocidad es un factor importante a analizar en la seguridad vial pero no el único ni el más importante. A nadie se le escapa que circular a 100 o a 120 km/h no representa el mismo riesgo con un coche de los de hace 30 años, ya sea un modesto seat 127 o un impresionante Dodge Dart, que con cualquiera de los magníficos automóviles actuales. Y no son iguales las carreteras de entonces que las actuales. La velocidad inadecuada está implicada según las fuentes de la DGT, en aproximadamente un 23-24% de los accidentes de tráfico.
El tema es peliagudo. Por supuesto que la velocidad inadecuada condiciona no sólo más accidentes, sino que los que se produzcan van a ser más graves. Pero no hay que confundir velocidad inadecuada con velocidad. Cómo era... ¿el tocino con la velocidad? El director de la DGT, Sr. Pere Navarro, incluso ha declarado que no deberíamos comprar coches potentes. Según él, supongo que eso piensa, de esta manera mejoraríamos la seguridad vial.
Cuídado con lo que se desea porque se lo pueden conceder, Sr. Pere.
Efectivamente, en España la potencia media de los coches que compramos es bastante menor que en Alemania o en Suecia, países como digo, que se encuentran a la cabeza de Europa en materia de seguridad vial, y a los que no nos vendría mal parecernos. Y además, en Alemania hay abundantes tramos donde la velocidad no está limitada... ¡Vaya, vaya!
Vamos a aclarar las cosas. Viajar a 150 km/h. en autovía o autopista con buena climatología y tráfico fluido no es peligroso. Pensemos por ejemplo en las interminables rectas de La Mancha o en las fantásticas radiales de peaje que Madrid estrenó hace poco. Sin embargo, 90 km/h pueden ser un peligro "legal" en muchas de nuestras carreteras comarcales donde la conservación de la vía además, es nula desde hace años. Adonde quiero llegar es a que la velocidad, como todo, no es mala en si misma. Hay que adoptar una velocidad adecuada a la vía, climatología, tráfico, etc...
Puedo ir más lejos. Está comprobado que una velocidad menor de la que la vía y el sentido común aconsejan, puede condicionar una disminución de la atención durante la conducción favoreciendo no sólo el aburrimiento, sino los descuidos y los despites. Y estos últimos sí son la causa más importante -por su frecuencia- de los accidentes de tráfico. Curioso ¿no?.
Niegan el afán recaudatorio de las multas pero la mayoría de los radares se sitúan en magníficas rectas de buen firme y buena visibilidad. Cada radar fijo cuesta unos 70000 euros.
¿Cuánto costaría una señal para avisar del peligro a los pobres incautos que se aproximan a uno de los muchos puntos negros que hay en nuestras carreteras? Bastante menos, aunque ciertamente la señal debe de ser menos lucrativa. El caso es que estas señales no se ponen. ¡¡¡ATENCIÓN PUNTO NEGRO A 500 METROS!!! Con estas señales seríamos conscientes de cuántos puntos negros existen en nuestras carreteras. Quizás demasiados -no lo sé- para poder justificar más de un puesto en el ministerio de fomento y en la DGT. Y por otro lado, qué político va a ser capaz de explicar por qué un punto peligroso detectado y conocido donde muere gente regularmente, no recibe una solución inmediata. Sólo de pensarlo se me ponen los pelos como escarpias.
El automóvil es una fuente importantísima de ingresos para las arcas del estado. Muy poco revierte en que podamos disfrutar de nuestro coche, que hoy por hoy es una herramienta de libertad entre otras muchas cosas. Pagamos impuestos al comprarlos (IVA, matriculación, impuesto de circulación), al repostar (más de la mitad del precio por litro son impuestos), al repararlos o hacerles las revisiones, al comprar los repuestos, al aparcar en zona azul o en aparcamientos municipales, al ser multados... Si esto es así, por qué con ese dinero no se erradican los puntos negros en nuestras carreteras, por qué no se ponen los radares fijos en estos lugares donde sí que son útiles. Por qué no se hace un mantenimiento correcto de nuestras carreteras, por qué no se revisan y mejoran las señalizaciones, por qué no se es estricto con el uso del casco en las ciudades (en Fuengirola sólo lo lleva la policía y porque es obligatorio) o con el uso del cinturón de seguridad en toda circunstancia... por qué hay que soportar atascos de diez horas para volver de vacaciones. Por qué no se contrata más guardia civil de tráfico y se les paga dignamente. Por qué España es de los países en los que más se tarda en atender un accidentado grave in situ, en el mismo lugar del accidente... Esto también tiene miga. Por qué nuestro país, que hace gala de tener uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo no puede hacer llegar al accidentado una atención médica urgente en un tiempo razonable. Sólo esto, podría evitar un 10% de los muertos en accidente de tráfico lo que unido a la disminución de accidentes en puntos negros de la red viaria... Que cada uno saque sus conclusiones.
Señores políticos, basta ya de buscar el responsable en la casa de al lado. Los incendios se apagan en invierno antes de que se produzcan, los muertos en accidentes de tráfico se reducen día a día mejorando y conservando nuestra red vial, poniendo los medios para que un accidentado reciba atención médica lo antes posible, señalizando los puntos negros para que los que circulamos por allí los conozcamos, invirtiendo en educación vial, aumentando la vigilancia las noches de los fines de semana, controlando la alcoholemia también a las diez de la mañana. ¿Habéis parado en algún bar de carretera a esa hora y os habéis fijado en lo que toman muchos presuntos conductores... de camiones?
Sr. Pere Navarro, los coches no tienen la culpa, el mío al menos es muy obediente y atento a cuanto yo le pido. La potencia es un factor más que les hace ser más seguros. Potencia y velocidad no son sinónimos. Los modelos básicos de la marca más humilde son capaces de sobrepasar con mucho los límites de la razón, para qué hablar de los límites del desfasado código de circulación. Los automóviles son cada vez más potentes pero también más seguros, eso lo saben bien los alemanes y los suecos. Además, a mayor potencia, mejores frenos, estabilidad, etc...
Exijamos a nuestros políticos que trabajen por y para nosotros, no por y para el voto. Mejoremos nuestra red vial y hagámosle un mantenimiento adecuado. Exijamos a la industria el mejor automóvil que nuestra economía nos permita sin escatimar en seguridad. Múltenme si me lo merezco, pero empleen ese dinero en evitar muertos inútiles, en evitar desquiciantes atascos, en hacer que un helicóptero llegue al lugar del accidente en un tiempo razonable... y si sobra, para financiar la sanidad.
Seamos sensatos y corteses con nuestro coche en el día a día y, cada vez que nos dejen, hagámosnos oir con el único lenguaje que el político conoce, con el voto. Es lo único que a la mayoría les mueve.
Quizás así mejoremos algo la seguridad vial, y los incendios forestales, y la sanidad, y muchas otras cosas... En cierta medida, está en nuestras manos más de lo que pensamos.
He dicho.
14 de abril de 2006
Una de radares: