Mi niña interior, esa que conservo intacta, esta triste y yo no puedo escribir.
Los perritos que a lo largo de su vida han adquirido la rabia, abusan de los niños.
Un grupo de hombres y mujeres que han perdido el juicio quieren matarnos porque no pertenecemos a la misma cultura.
La guerra ha tomado lugar en nuestros corazones, alimentando el miedo y el odio.
Los hombres ricos y los acomodados acumulan desgracias en grandes bancos.
¿Acaso ya somos tantos que sólo podemos morir?
Tal y cómo sucedió cuando tenía siete años no puedo creer este estallido cavernícola. Parecía que el mundo occidental podía encontrar la formula que mejoraría la vida de todos, pero esos pobres hombres acumuladores de desgracias y todos los demás, somos demasiado ignorantes y estupidos para mejorar, para comprender lo cambiante del universo y mientras forcejeamos la madre naturaleza se encargará de nosotros.
Mi niña interior sigue creyendo que si aparcamos el ego, todo lo bueno podrá llegar para crear risas y sonrisas y ganarle la partida al miedo.
Pero mi niña interior no es tan ingenua como para ignorar que a veces nos toca defendernos.