Hacienda somos todos... más o menos.

Hay cosas que o te las tomas con ironía y sentido del humor o el mal rato es tal, que no merece la pena.

Aquél era un día cualquiera, de una semana cualquiera, de un mes cualquiera, eso sí de este año, eso lo recuerdo bien. Nuestra amiguita, la de todos, íntima del señor Solbes, la nunca bien ponderada agencia tributaria, honró a una familia cualquiera dedicándoles dos flamantes cartas certificadas, ambas con un enorme cuadrado negro en su parte frontal resultado de cortar por la línea de puntos y retirar el acuse de recibo; negruzco presagio del desagradable mensaje que encerraban.

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Aquella familia cualquiera, abrió y leyó aquellos extraños y amenazantes mensajes, que dicho sea de paso, hubieron de ser releidos varias veces hasta atisbar qué demonios querían decirles. Se sintieron incómodos, un nudo en el estómago descoordinaba su respiración, hablaban de un expediente sancionador que ellos no habían atendido y de una falta grave, que al parecer aquella mujer, de una familia cualquiera, habría cometido.

Tan claro lo tenían aquellos funcionarios que su marido, un marido cualquiera, dudó. “Hay que ver, tantos años conviviendo con ella sin saber que es una delincuente”, pensó. “Jamás imaginé que tras ese aspecto angelical, esa delicada y amable sonrisa, que tras ese risueño y maravilloso rostro que me enamoró, podía esconderse toda una transgresora capaz de saltarse a la torera tantas leyes de una tacada. Y es que uno no sabe con quién se acuesta hasta que nuestra amiga la administración no nos abre los ojos. Mi vida ya no podrá ser la misma”, murmuró con lágrimas en los ojos.

Como os lo cuento, aquel pobre señor cualquiera, no daba crédito a sus empañados ojos. Con ese nudo que ya atenazaba la garganta además del estómago, se dirigió a ella. Ella fingió no saber de lo que le hablaba. “¡Qué fácil!”, pensó. “Tirar la piedra, esconder la mano; sin remordimientos”, típico de las personalidades antisociales.

Cuando recobró la serenidad, volvió a releer aquellas sentencias inapelables -cualesquiera- que no admitían discusión. “Por suerte, ofrecen la posibilidad de un recurso para evitar el embargo si es que no pagamos la suma que se nos exige; menos mal”, tragó saliva y por fin pudo respirar hondo.

Al parecer, aquella siempre amada y respetada esposa, pero a partir de hoy de cuestionada honradez, recibió una suma de dinero extra del servicio andaluz de salud, su patrón. Todo el mundo sabe el pastón que las administraciones destinan para los sueldos de sus trabajadores. ¡Muchas gracias por lo que nos toca, Don Manuel... (Chaves)!

¿Cómo? ¡Ah!, que no... que aquellos dineros eran atrasos. A ver, a ver,... O sea, que Don Manuel se había retrasado en el pago. Que debió pagar en 2001 y lo acabó haciendo en 2004... Bueno, al menos lo hizo, y eso demuestra su buen corazón. Hay morosos que no pagan nunca. Una vez más, gracias Don Manuel...

Claro que por entonces, aquel pobre hombre cualquiera, ya no entendía nada. Su mujer, como hábil delincuente y defraudadora, había llevado los papeles a un asesor fiscal que según estipula la ley, arregló el correspondiente ingreso a las arcas del estado realizando una declaración complementaria. ¡Qué genial estrategia! Aquella fría y calculadora ladrona la presentó en el ejercicio correspondiente al momento en que recibió semejante pastizal, seguro que fruto de una meditada y genial trama que ni el marido, ni yo como simple narrador de este desfalco, pudimos entender. Semejante delito –o quizás sólo sea una falta- sólo ha podido destaparse gracias a la clarividencia de nuestros amigos de la agencia tributaria.

Pobre ilusa. Pensaba ella que así se iba a quedar el tema. Gracias a Dios, un avispado funcionario de hacienda se dio cuenta de que Don Manuel hizo un pago en concepto de lo que eran unos atrasos correspondientes al año 2001. Sí, sí,... cobrados efectivamente en 2004, pequeño detalle sin interés. La muy bandida se ha esperado a percibir su inesperado emolumento para pagar sus impuestos correspondientes y claro, según estos amigos se habría retrasado -varios años- en su declaración. Y eso se paga.

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Aquel marido cualquiera no es un experto en finanzas, pero la duda empieza a latir en lo más profundo de su ser. "Si mi mujer no recibió en su momento ese dinero, ¿cómo podía saber, que varios años después se lo iban a pagar? Es más, ni siquiera era consciente de que dejaron de pagarle esa cantidad. Aquí hay algo que no encaja”, pensó. Al parecer, semejante fortunón supuestamente no declarado a tiempo habría generado unos intereses tras más de tres años de presunta demora, agárrese Sr. Ministro de las Haciendas, de casi 90 euros. Ahora sí que se entiende la gravedad y el tono de aquellas notificaciones oficiales.

Pero esto no es todo. Dicen los amables señores de Hacienda que se lo notificaron el día 4 de julio de 2005. Ella lo niega, pero ya se sabe, así son los delincuentes. El caso es que a juicio de su marido porque ella ya carece de toda credibilidad, quizás su señora lleve razón, porque ahora que lo piensa mejor, en esas fechas ni siquiera estaban en casa, sino de vacaciones. ¿Cómo y quién firmaría ese acuse de recibo de la notificación certificada? No sé, no sé... pero si los dulces y cariñosos amiguitos de hacienda lo dicen, sus pruebas tendrán.

Pues bien, por no contestar a ese requerimiento que no se sabe a quién le fue notificado, además les corresponde una sanción de 152 euros y unos centimillos. Lo tienen bien merecido... por sinvergüenzas.

En fin, pensaba aquel señor cualquiera que su mujer era una trabajadora honrada y mira por donde...

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Esta familia cualquiera, me ha pedido que haga público el siguiente mensaje: Estimado Don Manuel, en un futuro si se le olvida pagarnos algo, no se moleste, dedíquelo a lo que considere más conveniente. A nosotros nos sale demasiado caro su buen corazón. Su amigo el Sr. Solbes no gusta de estos retrasos y nos pide más dinero del habitual aparte de llamarnos cosas muy feas entre amenazas. Entre usted y nosotros, nos da un poco de miedo. Siempre suyos. Dos presuntos defraudadores cualesquiera.

Este relato me recuerda a una pobre jubilada cordobesa, con la pensión mínima que debe de ser otra pequeña fortuna, y que hace un año tuvo la desgracia de que le robaran el bolso. Los cacos, que son muy sesudos, utilizaron su DNI para comprar varios coches que utilizaron –y quizás siguen utilizando- para sus cosas. Esta pobre mujer comenzó a recibir cartas con un cuadrado grande y negro, pero como no sabía leer, no supo exactamente qué le decían. No me extraña, ni sabiendo leer ni siendo universitario y filólogo, resulta fácil discernir sus mensajes. La pobre recibía todos los días avisos de embargos, multas de los coches, etc. que ella nunca pensó que pudieran ser de verdad. Claro, si no tienes coche, cómo te van a multar. Será un error, decía ella... Irritados, en la agencia tributaria y en el ministerio de justicia, cargaron todas sus armas legales, impersonales sí, pero que asustan al más pintado cuanto más a una jubilada humilde y analfabeta. Yo la vi en la tele, llorando desconsolada y pidiendo que sólo quería que la dejaran en paz. Me dio pena, qué le voy a hacer, pero pensé que a mí esas cosas no me pasarían...

Este es un ejemplo de la humanidad y personalización de la administración, de cómo revisan esos expedientes con los que nos persiguen. Supongo que a los que defraudan de verdad los deben tener acorralados... seguro que así es, por eso se permiten perder el tiempo con cosas como las que hoy os cuento.

En nombre de esta cordobesa y de esa familia cualquiera, gracias a todos. ¿A todos?. Sí, sí, sin excepción. Porque como todo el mundo sabe, Hacienda, somos todos... más o menos.

He dicho.

Flashes

Si cada vez que pienso en ti te enviara un sms, no podría dormir, ducharme, ir a natación, bailar, hacer presentaciones, escribir en Facebook ni hacer el amor.

Ahora paro en seco un informe y te escribo en letras de nube sobre el cielo de Shanghai:

te quiero . . .
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"No se puede enseñar nada a un hombre; sólo se le puede ayudar a encontrar la respuesta dentro de sí mismo"

Galileo Galileo

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(1019)

<¿Para qué repetir los errores antiguos habiendo tantos errores nuevos que cometer?

Bertrand Russell

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(992)

Nada en el mundo puede sustituir a la perseverancia. El talento no lo hará; nada es más común que un hombre de talento sin éxito. El genio tampoco; el genio no premiado es casi un axioma. La educación por sí sola tampoco; el mundo esta lleno de cultos sin gloria. Sólo la perseverancia y la firmeza son omnipotentes.

Adam J. Jackson

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"Live and work but do not forget to play, to have fun in life and really enjoy it"

Vive y trabaja pero no te olvides de jugar, de divertirte en tu vida y de disfrutar de ella.

Eileen Caddy

    

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