Jinjo y su armario secreto
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Creado en Martes, 10 Mayo 2005 10:06
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Última actualización en Miércoles, 20 Marzo 2013 10:54
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Escrito por David
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Vamos a improvisar una pequeña parte de un cuento, en clase de inglés para probar si somos capaces de editar...posteriormente llegara la continuación y la conclusión de la historia....aqui va un adelanto.....yep yep

Las continuaciones se irán marcando con (*)
Esa noche Jinjo tenía miedo...
Como siempre, la casa le hablaba en voz alta cuando se apagaban las luces y todos dormían. Crujía y ululaba, causándole una gran sensación de inseguridad...él no quería escucharla, pero no podía evitar oírla, y ella se empeñaba en contarle cosas...algunas de ellas espeluznantes...Esa noche le hablaba de otras personas que allí habían vivido y de sus terribles historias.
Jinjo, decidió levantarse de su cama de plumas y busco un armario seguro. Su casa entera estaba llena de armarios: armarios grandes, armarios robustos, armarios elegantes...de doble puerta, de triple estante...Armarios en los pasillos, en el baño, cegando ventanas y corredores, sirviendo de puerta hacia otras estancias...El gran caserón era como un gran museo de armarios, y cuando Jinjo tenía miedo, buscaba refugio en ellos y en los secretos que albergaban.
Esa noche, eligió uno pequeño y liso, de madera de cedro y puerta de doble hoja. Se acurruco dentro, con su ropa de cama y su almohada, y los sonidos parecieron acallarse al comenzar a soñar con los recuerdos que moraban en el armario. A Jinjo le encantaba que los armarios le susurrasen sus secretos al oído...y así, noche tras noche conocía secretos nuevos y viejos que habitaban en los armarios de la casa...
Esa noche soñó con playas secretas y tesoros de piratas...estaba en un armario viajero...(*)
Estar dentro de un armario viajero, es mientras dura ese estado que no es sueño ni vigilia, como flotar. Se siente un gusanillo en la tripa, y el cuerpo se nota ligero, ingrávido...como si un leve soplo pudiese volarnos lejos...Y cuando comienza el viaje, así se siente...como un soplo...que nos transporta hacia ese lugar, que no hemos podido esconder al armario, que deseamos visitar.
Así Jinjo comenzó a cruzar el océano, como un soplo de viento que poco a poco se fue haciendo más rápido y travieso. Divisó en su travesura algunas puestas de sol rojas como tulipanes y amaneceres de un naranja valenciano, antes de avistar tierra...- ¡Que extraña se veía desde el aire ¡ -y gozó del placer de volar. Se probó y realizó todo tipo de acrobacias sin perder la orientación, y el salto casi se le hizo corto, una vez se vio de nuevo en el suelo.
Extrañamente, Jinjo era muy distinto cuando soñaba que mientras estaba despierto. En los sueños nunca tenía miedo, y siempre le parecía que podría salir airoso de cualquier situación. Por eso no sentía miedo cuando volaba, ni vértigo, ni mareos ni todas esas cosas malas que solemos inventarnos como excusa para no volar.
Al llegar a tierra se fue dando cuenta de las peculiaridades de este armario. El susodicho había sido previsor, y rápidamente había teñido de verde a Jinjo, a la vez que él mismo tomaba la forma de un cofre de madera con ribetes de metal. Jinjo asombrado se dirigió a él, y de su boca surgió un graznido que lo dejo aun mas estupefacto. Intentó hablar de nuevo, y solo consiguió emitir una palabra tras un nuevo graznido...- Holgazanes...GGGG...RRaarrrrkkkk¡¡¡ - Se había convertido en un loro verde del Paraná.
Tras unos segundos de duda y de desconcierto, Jinjo recordó que estos loros eran los típicos animales de compañía de los mas terribles corsarios, así que despacio, levantó la cabeza y con júbilo se descubrió en el hombro de un fornido y curtido capitán, que desde el puente de mando, no paraba de gritar a una tripulación que al principio parecía moverse de modo caótico por todo el barco, pero que para aquel que observara con atención, asemejaba una danza de la lluvia.
Cantaban la canción del buque pirata, mientras cada uno con fuerza y coordinación dignas de una coreografía, realizaba su tarea.
"Hincha el viento nuestra velas, riega el ron nuestras refriegas,
Pincha la daga, corta la espada...
¡Corre la sangre al mar derramada!"
Se encontraba a bordo de un velero que surcaba las aguas bravías del estuario de maracaná, así que hinchó el pecho cuanto pudo y grito:
- ¡ Holgazanes...arrrkkk....!
Rió por dentro y se acomodó en el hombro del Capitán. Refrescándose con la brisa y las gotas de agua salada que de cuando en cuando brincaban hasta el puente; iban a una gran velocidad y el capitán no apartaba la mirada de algún punto en el horizonte.
Jinjo miró al armario, que se encontraba a su derecha, atado al timón, y le hizo un guiño que este le devolvió de inmediato.
La verdad es que su disfraz de cofre le quedaba de perlas, un poco ajustado en la zona de las bisagras, pero flamante en conjunto. Debía de ser un cofre lleno de joyas valiosísimas, porque tenía muy buena pinta...que chasco se llevarían si descubriesen que era en verdad un armario...
Ambos habían resultado ser propiedad de un fiero navegante, de los que no se andaban con miramientos ante nadie. De modo que más le valía al armario contener buen tesoro o acabaría flotando en el mar - pensó Jinjo, pero un armario tan experimentado como ese seguro lo habría previsto.
Navegaron toda la tarde, y al caer el sol, el capitán dió un par de órdenes y se dispusieron a atracar en un cayo cercano. A medida que se acercaban a la costa, oyeron música y un bullicio creciente...estaban llegando al islote de Merlot, pero eso ellos aun no lo sabían y mucho menos tenían idea de quien era Merlot...(*)
No bien echaron el ancla, la tripulación estallo en gritos de júbilo y comenzaron algunas peleas en cubierta, los hombres estaban nerviosos. Una voz se alzo sobre la algarabía:
¡Aullad lobos de mar! - Grito el Capitán - Esta noche solo 5 de vosotros habrán de montar guardia en el barco, el resto podrá desembarcar no bien desaparezca la bola amarilla tras la curva del horizonte.
Auuuuuuu¡ - aullaron todos a la par...y fue ese un aullido que hizo erizarse las plumas de Jinjo, y que hubiese hecho estremecerse al mas valiente.
Era el mismo aullido de guerra que tanto temían los mercantes y que tan bien conocido y temido era por todo el Caribe. El aullido del "Lobo negro", que así se llamaba el Capitán de ese barco, que no era otro que "La Lobera".
"Lobo Negro" desató entonces al armario con forma de cofre del puente y lo llevó a su camarote. Al abrir el cofre, un destello dorado cegó a Jinjo durante unos instantes. La garganta se le secó al ver aquellas alhajas, y se quedo sin graznidos para rato. El Capitán, hizo entonces tres montones con el contenido del cofre. El más grande, para él mismo, otro para el segundo de abordo y los hombres de confianza y un tercero para el resto de los hombres.
Metió la parte perteneciente a la tripulación en un gran saco, y lo arrastró hasta la cubierta. Los hombres le abrieron paso respetuosamente, y no se oyó una sola palabra.
Entonces "Lobo Negro" desenvainó su gran espada y Jinjo abandonó su hombro instintivamente posándose en un mástil cercano. Aulló de nuevo, gruño, y ladró...dio vueltas a su alrededor, mirando a cada uno de los hombres que cerraban el círculo entorno a él a los ojos. Luego vació el saco en la cubierta, y todos permanecieron en silencio, contemplando el brillo de las joyas en cubierta, que era aun mayor en la tenue luz que quedaba. Nadie se movió, nadie soportó la mirada del Capitán y todos permanecieron a la espera.
Entonces el Capitán fue señalando uno a uno con la espada, para que se acercasen a coger su parte. Era un espectáculo de tensión contenida, en la que el Lobo más fiero, controlaba a su manada, para que estos no se despedazaran entre ellos presa de la codicia.
Una vez terminado el reparto Jinjo voló de nuevo a su hombro y el Capitán envainó su espada. Se lanzaron chalupas al agua y los hombres partieron en dirección al islote. "Lobo Negro" y sus hombres de confianza, que eran los mas veteranos en el barco y llevaban muchos años a su lado, se dirigieron al camarote principal. Todos conocían bien el ritual, y cada uno sabía cual era su rango, de modo que esta vez no hubo lugar a demostraciones de fuerza ni poder, y cada uno en orden fue cogiendo su parte. Los cinco permanecerían esa noche en el barco, mientras los demás se emborrachaban y divertían, como símbolo de fidelidad al Capitán y a la nave. "Lobo Negro", intercambió unas palabras al oído de su segundo, que era un muchacho fibroso y mulato, de pelo rizado y sonrisa blanca, y luego desapareció en las sombras de cubierta.
Se dirigía a ver a Merlot, pagaría el impuesto por atracar en su islote y tendría con él unas palabras sobre algunos asuntos que le corrían por la cabeza. Descendió con su barca lentamente y Jinjo íba en su hombro, cuando la oscuridad se los tragó(*) y de repente las estrellas se apagaron, el aire se hizo denso, y la falta de luz pesó, literalmente, sobre sus cuerpos...como un manto. Tuvieron la extraña sensación de encontrarse en un túnel, pero eso era imposible, no se habían alejado aun ni 50 metros del barco. O eso creía Jinjo. Comenzó entonces a oírse un rumor, que poco a poco se fue haciendo más y más intenso, era el rugido marino provocado por una inmensa masa de agua en desplazamiento. El rumor dio paso a un sonido creciente y el sonido se transformo en estrépito. Algo inmenso se estaba acercando a una velocidad increíble, y las plumas se le estaban erizando de verdad a Jinjo, al sentir la barca zozobrar cada vez con más violencia, y el viento cada vez azotándoles con mayor severidad. Era casi como encontrarse en el ojo de un huracán. La desesperación comenzó a llamar a la puerta de Jinjo, y todo se unió a un tremendo sentimiento de desesperanza, que como surgido de algún remoto lugar de su corazón comenzó a treparle por los tobillos. Todo le pareció perdido y lo único que le venía a la cabeza era tumbarse para dejarse morir, aplastado por aquella ola inmensa que ya tenían prácticamente encima.
Estaba a punto de sucumbir, cuando una voz clara y limpia estalló más fuerte que la tormenta:
- ¡ Merlot ¡- Lobo Negro se había puesto de pie en la barca, y corriendo grave peligro de caer al agua en unas circunstancias tan límites como aquellas, parecía mirar hacia algún punto perdido de la oscuridad inescrutable. - ¡ Merlot, SERE NU NOSAM ¡
Inmediatamente el viento ceso, el mar se calmó, las estrellas se encendieron, el terrible sonido se convirtió en dulce susurro de olas orilleras y la desazón le desapareció del corazón a Jinjo, poblándosele de nuevo de esperanza y de un gran júbilo.
Una luz se encendió en un punto cercano de la costa, como una hoguera titilante de llama azulada, y la barca se dirigió hacia allí, sin que patrón alguno la gobernase. Solo entonces comprendió Jinjo que Merlot debía de ser una suerte de brujo o espíritu marino y pensó cuan cerca habían estado de sufrir las consecuencias de uno de sus encantamientos.
Debe ser muy poderoso y tener terribles enemigos para tratar así a unos visitantes - Pensó Jinjo.
Cuando la barca se fue acercando a la orilla, divisaron una pequeña cabaña de madera en una cala de arena blanca. Las paredes de la cala eran muy escarpadas y casi lisas, de modo que el acceso quedaba imposibilitado por tierra. Y por mar, ya habían experimentado el tipo de defensa que protegía la morada de Merlot. ¿Qué les esperará a aquellos que osen acercarse por el aire? - Se preguntó Jinjo.
Desembarcaron, dejando la barca varada en la arena, y se encaminaron hacia la cabaña. Al acercarse a la luz, Jinjo notó que lo que había creído una pequeña cabaña de madera, casi desvencijada, era en realidad una construcción fuerte, de muros de mármol blanco y de gran elegancia y porte. La majestuosidad del edificio, que en verdad era alto,, lo hacía parecer casi un palacio, pero su sencillez, que se colaba dentro de uno como una nota sostenida, lo preservaba de parecer excesivamente lujoso o suntuoso. Era una mezcla de santuario, rodeado de un aura de misterio, y a la vez tenía la familiaridad de una pequeña casa en el campo.
Cuando estuvieron a tres pasos de los pesados portones de metal, lisos y pulidos como espejos, estos se abrieron sin hacer ruido alguno. Los atravesaron y se encontraron dentro de una gran sala de columnas finas y de formas varias, como troncos de árboles. Jinjo se sorprendió cuando, siguiendo una de estas formas con la mirada, se dio cuenta de que no había techo, y la luz de las estrellas y de una luna grande y amarillenta, le pareció mas intensa de lo normal.
- No recuerdo haber visto la luna hasta ahora, ¡ que extraña magia blanca puebla este lugar ¡
Cruzaron la sala, y esta dio paso a un patio de exuberantes plantas, y todo tipo de sonidos y aromas de la noche. Se encontraban en la terraza de "La Luna de los 7 hilos". Esta tomaba su nombre de 7 hilos de agua que caían en los extremos de la misma, y que de un modo totalmente anárquico y antojadizo, discurrían, ya bien en cualquier dirección sobre el terreno, o hacía arriba escalando una cuesta o una gran roca, hacia un estanque central, donde la luz de la luna se reflejaba de modo directo, dando al agua una apariencia blanca y una luminosidad sumamente especial.
Sentado al borde de ese estanque, divisaron una figura de pelo largo y cano, que vuelta de espaldas hacia ellos, chapoteaba con los pies dentro del agua.
- Así, que este es Merlot.- Y los ojos de Jinjo se abrieron un tanto mas de lo normal.
Hola Merlot ¡ - dijo Lobo Negro. - Veo que has mejorado mucho tus defensas. Imagino que acaso has tenido problemas últimamente con algún maldito de los que recorren estas aguas. Pero era tal la violencia de ese viento y ese sonido ensordecedor, que estaba empezando a preocuparme, para cuando recordé que en tiempos complicados hay que pronunciar contraseña para poder acercarse a tu cala. Jajaja, mi loro parecía un puercoespín, con todas las plumas erizadas, y pensé que realmente acabaría ensartandome el hombro. Tenías que haberlo visto.
Ante estas palabras, Jinjo sintió un súbito golpe de calor interno y noto como la sangre se le acumulaba en los pómulos, sonrojándole por completo.
Jajaja¡ - La risa de Merlot, sonó suave y fresca como una lluvia de primavera. - Veo al menos que permaneció en tu hombro, y no desesperó fácilmente como muchos otros han hecho anteriormente. Tiene mas valor que muchos hombres fuertes en apariencia, pero débiles de corazón. Seguro es un gran compañero. Se bienvenido como siempre, Lobo Negro. Bien sabes que quedan pocos piratas como tú en esta aguas cada vez mas infectas de codiciosos, ladrones y asesinos. Siempre es grato contar con la compañía de un gran capitán como tú, y ya sabes que apreció en demasía tus relatos. Ese es el impuesto que habrás de pagarme esta vez como seimpre, a cambio de que tus hombres se diviertan en mis costas. Eso, y algo de tu sangre de lobo. Preciso de ella, para un asunto del que te hablaré mas tarde, pero cuéntame, como han marchado tus correrías. Han transcurrido casi 6 meses desde tu última visita.
No nos ha ido del todo mal - respondió Lobo Negro. - Tuvimos un percance cerca de isla tortuga, con uno de esos bucaneros que no respetan las leyes del mar. Nos costo 2 hombres, un mástil nuevo y algún que otro agujero en cubierta. Hubo unos tantos heridos, y tuvimos que retrasar el comienzo de la campaña un tiempo...pero invítame a uno de esos licores tuyos y te relatare estos meses con más calma. - Dicho lo cual, hizo un gesto a Jinjo con el hombro para que volase a otro lugar. Y se alejó por entre la floresta conversando con Merlot.
Al encontrarse solo en un lugar como aquel. Jinjo se sintió un tanto sobrecogido. El hombro del capitán le daba gran seguridad y confianza, y en todo el viaje aun no había estado solo. Los sonidos parecieron acrecentarse, y de súbito se sintió invadido de sensaciones. Se dió cuenta de que aquel era un sitio lleno de vida, rapidamente se envalentonó lo suficiente para tener el siguiente pensamiento:
Bueno - Se dijo - supongo que no puede ser malo explorar un poco este lugar, además hace tiempo que no vuelo, me vendrá bien estirar las alas.- Dicho lo cual abrió las alas, y se dispuso a realizar un vuelo de reconocimiento en aquel jardín tropical... (*)
Ascendió con un aleteo que al principio fue inseguro y torpe, pero que poco a poco fue cogiendo consistencia, y al cabo de un tanto consiguió comenzar incluso a planear, sintiendo claramente las corrientes de aire que se empujaban entre ellas y le llevaban hacia todos sitios, casi era un vuelo de locos tratar de ir en línea recta así que decidió dejarse llevar, y así fue dándose cuenta poco a poco del tamaño de aquel que en principio había creído un pequeño jardín tropical.
Las copas de verdes claros y oscuros, amarillos variopintos e incluso rojizos tonos, se perdían en lontananza, apagándose el horizonte como por una bruma que parecía cubrir cualquier límite que a la vista hubiera. La terraza se había convertido en una inmensa floresta.
Sin darse cuenta Jinjo había estado siguiendo el curso de uno de los hilos de agua, que parecía siempre resurgir de cualquier sitio inesperado. Era más como si el hilo de agua siguiese a Jinjo en su vuelo errante. Cuando se posaba en una rama, sentía el murmullo del agua, y cuando volaba, veía el brillo de sus curvas y juegos. (*)
A la vez curioso y la vez algo atemorizado, trato de comprobar si en verdad era el hilo quien le seguía, pues en principio esta idea le pareció descabellada. De este modo, se internó en una zona de grandes árboles, dónde la luz se hacía mas tenue. Voló rápido y raso, y los troncos silbaron a su paso, describía grandes curvas y siempre mirando hacia delante volaba y volaba sin descanso…hasta que se cansó, y se posó en una roca.
Allí recuperando el aliento, y mientras hinchaba y deshinchaba sus pulmones, jadeando, miró a la izquierda y aliviado no vio nada, miró a la derecha…y de nuevo nada. Suspiró aliviado, pero cuando volvió a girar la cabeza…- !no puedo creerlo¡ - allí estaba el hilo blanco, justo en la base de la roca, corriendo y salpicando.
En un ataque de enfado, provocado en parte porque no entendía que pasaba y se sentía inseguro ante ello, le grito al hilo:
- ¿Se puede saber que quieres hilo? – y se atrevió a continuar – ¿Pero por qué me sigues, y como es posibles que discurras a tu entero antojo? - Y esta última parte se la dijo casi para si mismo en un tono mucho mas bajo y pausado, casi en un susurro.
El hilo siguió allí, repiqueteando, salpicando y discurriendo…como si no hubiese oído la pregunta y Jinjo se sintió por un instante, un tanto perdido, como un loco que habla solo.
- ¿Pero que hago hablando con un hilo de agua? – Se dijo.
Estaba en estos pensamientos cuando repentinamente se dio cuenta de que el hilo había cambiado su curso. Ahora parecía fluir en una dirección concreta y algo en su interior le dijo a Jinjo que el hilo deseaba mostrarle un camino, y que él debía seguirlo.
Decidido a creer en su instinto, comenzó a seguir el curso del hilo, y de este modo voló de rama en rama. Se trataba del tercero de los siete, y se llamaba Legian. Tenía la propiedad de cambiar su curso a voluntad, cosa que los siete tenían, pero su particularidad residía en poder interrumpirse y continuar en un punto cualquiera que el gustase, sin perder gota, intensidad o continuidad. De este modo era complicado seguirlo, y Jinjo tenía que emplear todas sus fuerzas, habilidad y destreza.
Legian era travieso, y fue jugando con Jinjo. Primero lo hizo meterse entre unos espinos, y Jinjo que ni siquiera los vio acercarse, enfocado como estaba en seguir su curso, se metió en ellos de pleno. Lleno de magulladuras y raspaduras, le grito de todo a Legian, que lejos de enfadarse pareció divertirse aun más, y acelero la marcha. Ahora Jinjo tenía que volar aleteando continuamente, y las alas le pesaban como plomo. Así apretó un poco y lo cansó, antes justo de internarse en una cueva, oscura como la misma boca del lobo. Jinjo se detuvo a descansar justo a la orilla de la cueva, que era grande, con una boca inmensa y con una negrura en su interior que a Jinjo le pareció demasiado intensa. La cueva desprendía maldad, desprendía miedo, y casi de tan negra hasta sonaba de un modo estremecedor. ¿Sería otro de los trucos de Legian? Jinjo supo que si quería seguir a Legian, tendría que adentrarse en ella y debía hacerlo rápido, pero lo que no sabía es si merecería la pena. Vaciló y vaciló, y el tiempo se fue escurriendo, y cuanto mas se escurría, más negra era la noche fuera también. Pudiera parecer que la oscuridad se extendía, fuera de la cueva, generando una atmósfera lúgubre y fría.
- ¿Por qué diablos le sigo? ¿Como voy a volver ahora al estanque?.
La duda le iba ganando poco a poco. Enfrentarse a entrar en tal sitio sin motivo, era ilógico, ¿por qué estaba allí, para qué? Se estaba poniendo nervioso, y así no podía pensar, con lo cual se convenció de que lo mejor sería relajarse, y como su idea de relajarse era tumbarse boca arriba, se tendió en una rama con las patas hacia arriba.
- Curiosa estampa – Pensó al cabo de un rato, la de un loro tumbado boca arriba …ante la boca del lobo…- Y el pensamiento le hizo gracia, y se rió, y la risa le inundó, y con una sonrisa en la boca, la respuesta a su pregunta se le reveló. Estaba allí porque había seguido su instinto, ¿se habría estado siguiendo a si mismo? Miro de nuevo hacia la boca de la cueva, y esta vez se sintió sereno, y pensó, puedo. Así que se enderezó, se estiró un poco, y se lanzó en picado hacia la espesa negrura y riendo como un loco para espantar el miedo…(*)
En el punto de máxima velocidad, en lo más vertiginoso del picado y justo cuando iba a entrar en la cueva…le envolvió un ruido ensordecedor, como una avalancha, como un maremoto, - dios…que pasa…- Penetró en la cueva como una bala, y de pronto sintió que ya no avanzaba.
Un millón de murciélagos le salieron al paso, y lo arrollaron de modo bestial, era como ser arrastrado por un alud de alas en movimiento, se sintió flotar en una cascada de piedras durante lo que le parecieron cien mil momentos…hasta que salio despedido hacia arriba, y solo cuando se sintió caer, reaccionó y por suerte para él abrió las alas…planeo y aturdido se medio poso-cayó, pero en el suelo.
- Pero que cosas me pasan - pensó...pero su corazón estaba alegre, se sentía vencedor.
El hilo de agua, apareció de pronto, y le mojó los pies. Jinjo ya no sabía ni que pensar, pero fuera a donde fuese el hilo, lo iba a seguir, vaya si lo seguiría, hasta el final. Ahora conocía otra propiedad de Legian, y era esta: El hilo blanco, no te guía, refleja tu camino, y Jinjo no había seguido a otro que no fuese a si mismo.
- ¿Tanto necesitaba enfrentarme a esos oscuros miedos?, creo que si – Se dijo.
Y allí mismo, se durmió, completamente rendido y hecho un ovillo en el suelo, ahora ya completamente libre y sin miedo. (*) A la mañana siguiente, Jinjo despertó tremendamente relajado, sentía todo su cuerpo magullado, pero era un dolor de esos que gustan. Cuando abrió los ojos, se quedó durante largo rato observando como los rayos de sol se colaban entre las copas de los árboles. Las motas de polvo brillaban iluminadas, en su baile singular, como hacen ellas, fingiendo que no van a ninguna parte, y Jinjo las observaba absorto.
Es genial despertar así – Pensó.
Se incorporó y se lavo la cara con el agua clara del hilo blanco. Sentía algo de sed, así que decidió beber. Probó un sorbo y el agua clara lo refresco de tal forma que decidió dar muchos más. Se desperezó y cuando ya comenzaba a activarse y sentirse medio despierto, una vez mas se sobrecogió ante una nueva sorpresa. Ante él, había un loro verde que estaba haciendo estiramientos.
Uno, dos, uno, dos…¡
Pero que…- Se dijo. Y no le dio ni tiempo a terminar la frase, porque cuando se disponía a hacerlo se dio cuenta de que a la derecha de ese primer loro, había otro desayunando unas tostadas de paté…Su desayuno favorito¡
Entonces Jinjo despertó de golpe, y comprobó que estaba rodeado de cientos de loros verdes. Cada uno de ellos parecía muy ocupado en sus quehaceres: un loro leía un libro, otro cocinaba una tortilla, aquel escalaba por el tronco de un árbol, otro cantaba a voz en pecho, y así todos y todos hacían cosas que Jinjo reconocía como suyas. Había bebido de Legian, el hilo blanco que refleja el camino de aquel que lo ve y tiene la ilusión de seguirlo, y estos eran los efectos. El agua ingerida había descompuesto a Jinjo en sus mil matices, como un calidoscopio hace con la luz. Jinjo estaba viendo reflejados cientos de sus propios Yo, no solo eso, sino que estaba rodeado de si mismo y sus Yo no tenían vergüenza alguna y hacían de todo, y cuando digo de todo es de todo…Jinjo podía observar como él mismo realizaba actos que le hacían sonrojarse, otros que repudiaba y otros que le hacían sentirse orgulloso. Y es que de todo era realmente de todo leche¡
Al cabo de un rato de observarse había aprendido más sobre si mismo de lo que había creído saber en toda su vida, y se pasó allí horas y horas, solo mirando, o eso creía, porque sus cientos de Yo no paraban. Verse actuar desde fuera le daba una perspectiva nunca soñada siquiera. Era maravilloso y a la vez duro a veces, pero sobre todo era mucho más fácil de aceptar e interiorizar. La luz fue cambiando, el día abrió, transcurrió y finalmente para cuando los loros fueron desapareciendo, casi lo había hecho también el sol. Volvió la noche, la luna y las estrellas y los loros desaparecieron del todo, pero ya Jinjo los había interiorizado y cargado de energía positiva reanudó su viaje.
Esta vez Legian lo guió cada vez más hacia el interior de la floresta, pero llegados a un punto, súbitamente desaparecieron los árboles, el hilo blanco se ensanchó y creció y creció, y ante Jinjo apareció una llanura amarilla de hierbas que se mecían con el viento. Era como un mar de trigo perlado de luna y cortado en su centro por el poderoso caudal del que ahora resultaba ser el río Legian. Jinjo siguió el cauce del gran río durante lo que le pareció una inmensa distancia, tanto que ya no divisaba rastro alguno de la floresta para cuando descubrió en el centro del río, allá a lo lejos una isla en forma de punta de flecha.
Era una isla rocosa, moteada aquí y allá por algunos árboles, pero en su mayoría cubierta de hierbas y arbustos. La roca desnuda se insinuaba de extraña manera, como si la isla estuviese mostrando sus vergüenzas, y cada roca inducía con su postura y destape a la extraña sensación de estar viendo a una persona desnuda. Todo el lugar parecía bañado de una energía especial. En el centro de la isla había un promontorio coronado por un viejo árbol que solo tenía hojas en la parte mas alta de sus ramas centrales, mientras que las exteriores estaban completamente desnudas y curiosamente entrelazadas. Su tronco estaba ligeramente corvado y arrugado por los innumerables años, pero conservaba gran ramaje y vigor. Jinjo ni siquiera se sorprendió cuando al acercarse, el árbol se dirigió a él con voz cavernosa y potente.
- Bienvenido Jinjo a la isla de la casualidad. – A Jinjo la voz le resultó familiar. Y la voz continuó – Ya que te has tomado la molestia de llegar hasta aquí, te diré lo que has venido a oir.
- ¿Realmente habré venido por algún motivo? – Se preguntó Jinjo. Pero a estas alturas ya había aprendido mucho sobre si mismo, y sobre todo a escucharse, y por tanto pensó que lo que estaba oyendo se correspondía mucho con lo que esperaba escuchar.
- Sé que sabes, que sé que debes saber, que has de beber del estanque de la luna de los siete hilos. Y tal cosa te confirmo. En realidad debiste hacerlo la primera vez que pensaste en hacerlo, pero claro, no estabas preparado y no sabías todo lo que sabes ahora. La tarea será algo más ardua ahora, pero seguro que lo conseguirás puesto que de ello depende que puedas volver allá de donde viniste, mi buen amigo.
- ¿Y por qué habría yo de volver, cuando aquí cada día me encuentro más a gusto? – Se preguntó Jinjo.
- Y el árbol le respondió, como si hubiese leído su pensamiento:
Por que aquí, corres el peligro que corren todos los sueños. El de cumplirte. Y todo el mundo sabe que cuando un sueño se cumple el círculo se cierra, y la magia del mismo vuela hacia otro sueño, el siguiente sueño. Este es el ciclo, y así ha sido siempre. Solo hay dos opciones Jinjo, ser quien sueña o ser el soñado. Tú perteneces a los que sueñan, y por muy atractivo que te resulte este sueño has de volver a aquel que resulta ser tu verdadero lugar.
- Entiendo – respondió Jinjo, y ya no sabía si lo hacía pensando o con palabras. – Entonces si que quiero volver.
- Pero has de saber que todo aquello que viviste hasta ahora, no te será útil para tu vuelta. Demostraste valentía, para adentrarte en las zonas más oscuras, tenacidad, atención y perspicacia, para poder seguir a Legian, y sobre todo curiosidad suficiente e instinto para haberte seguido a ti mismo hasta aquí. Ahora las cosas serán distintas, y lucharás contra el tiempo. Solo disponemos de un tiempo determinado para cada cosa, y tu solo contarás con 3 días para beber del estanque y volver así a tu lugar. Si no lo haces en ese tiempo, te quedarás en este sueño y ya nunca podrás volver.
- ¿Y como lo haré? – Preguntó Jinjo.
- En la respuesta esta inscrita tu vuelta y tú solo has de descubrir el modo, así como descubriste como llegar hasta aquí y tantas otras cosas por el camino. Confía en ti mismo como hasta ahora, tú eres tu mejor maestro. – Y dicho esto, la voz desapareció.
Entonces el árbol pareció estirarse, una intensa luz se encendió en su interior y creció, y el resplandor cegó a Jinjo un instante, pero una décima de segundo antes de que la luz lo invadiese por completo, cegándole hasta el pensamiento, le pareció ver a Merlot, sumido en la luz blanca y pensó: Merlot, yo te conozco.
Para cuando la luz se desvaneció, se encontró volando hacia el sur, y estas palabras resonaban en su cabeza: Es por tu bien que te doy la oportunidad de despertar y con todo mi amor te pongo a prueba, porque sé que lo harás bien, lo harás bien, lo harás bien…
Entonces Jinjo miró al cielo y lo vio poblado de estrellas, con la luna rielando en el río y en la ancha llanura, y mientras volaba sintiendo la calida brisa en la cara y el pecho, recordó como hacía unas horas había emprendido el vuelo, lleno de dudas y algo asustado al abandonar el hombro de lobo negro. Cuanto había crecido, y cuanto mas confiado se sentía. Sabía que debía volver, y volvería. Miró fijamente a los ojos de la luna y vio en ellos una mirada amiga. Pensó en las virtudes que había oído de si mismo y se sonrío orgulloso.
Nada puede salir mal, se dijo. Este es mi sueño – Y así siguió volando y volando, hasta convertirse en una invisible mota entre las sombras del horizonte y el cielo…(*)
Esa noche durmió volando, y de este modo recorrió una distancia imprecisa e incierta. Durmió toda la noche, planeando y acunado en los brazos del viento se sintió seguro y soñó…fue un sueño suave, lleno de imágenes evocadoras e inspiración, pero al despertar los primeros rayos de luz de ese primer día y abrir los ojos, Jinjo no logró recordar mucho de ese sueño, solo las últimas palabras que no sabía de donde venían, pero le decían: abre los ojos y mira la luz…si me recuerdas sabrás que hacer…
Sabrás que hacer…claro que sabía que hacer, de repente se acordó de todo y se dio cuenta de donde estaba y por que…tenía tres días para volver y beber del estanque de “la luna de los siete hilos” y allí estaba, volando sin mas sin saber ni adonde…por un momento se arrepintió de haber dormido tan placidamente sin preocuparse por nada, pero luego se dijo que tenía tiempo de sobra para volver, al fin y al cabo solo había tardado un día en llegar al islote de la casualidad.
Pero el amanecer se había apresurado y de pronto se hizo notar que los rayos del sol ya calentaban con fuerza. De modo que Jinjo que hasta entonces se había limitado a planear cómodamente decidió que ya era momento de prestar atención al camino.
Voló en círculos hacia arriba, para ver si conseguía distinguir un claro en la floresta, pues el amanecer le había traído de nuevo a la misma. Así subió muy alto, mucho más de lo que se pueda imaginar a un loro, y allá abajo le pareció ver una línea roja que bien podría tratarse de un campo de amapolas, allí en medio de la floresta y que brillaba en la cálida mañana…era “Tunima”, el segundo de los hilos.
Roja como la pasión discurría allí abajo a cientos de metros y había algo en su discurso que era como una canción, que seducía y embrujaba.
Su hechizo golpeo a Jinjo de lleno, pues aun volaba incauto e indefenso, y loco de deseo, este picó vuelo hacia ella para seguirla sin condiciones hasta acallar ese fuego que de repente era lo único que ocupaba todo su pensamiento. El primero de sus picados fue descontrolado y gracias a la providencia no lo suficientemente cercano al agua como para haberse estrellado contra ella (de haberlo hecho quizá hubiese quedado embrujado para siempre o hubiese sufrido un colapso), pero el segundo picado, rasante y seguro deslizó a Jinjo sobre Tunima de modo tal que sus gotas mojaron sus alas y su pico, y fue este contacto mínimo algo puro y mágico, que estalló en gotas de mil colores y llenó todo en muchos minutos y horas a la redonda.
Era una sensación nueva para Jinjo y tan intensa que se entregó a ella sin reparos y por completo. El tiempo se escurrió y ya nada parecía importar, cuando quizá fue la suerte quien vino en pos de quien ahora era un loro apasionadamente inconsciente.
En una de sus piruetas incontroladas siguiendo el curso de Tunima, Jinjo fue a dar contra algo…
Algo lo retenía y aun no había identificado que era, cuando comenzó a sentir una nueva sensación que se le asemejó a un descanso bien merecido. De hecho la definición mas exacta de la sensación era estar sentado en un buen sillón, si bien pudiera tratarse de una bañera de burbujas o un césped soleado…pero quizá le faltaba algo a esta sensación de comodidad para haberlo sido del todo y no sería otro ingrediente que la emoción. La sensación era cómoda y calma, pero nada emocionante, de modo que su corazón pasó de batir a un ritmo frenético a latir en un tranquilo vaivén en cuestión de segundos, se había librado del hechizo de Tunima, pero Jinjo no se dio ni cuenta, perdido como estaba en sensaciones que tan potentes como explosiones, dirigían sus actos.
Y en verdad su suerte no había mejorado mucho, puesto que había chocado contra las ramas bajas de un Sauce Llorón, el peligroso Sauce Sicomorus, que al atraparte genera en uno tal sensación de comodidad que solo los muy inquietos logran escapar. De hecho se tiene constancia de casos en que gente conformista o con poca inquietud, ha pasado media vida o la vida entera atrapada entre sus ramas.
Y allí estaba colgado cómodamente Jinjo, cuando quiso la casualidad que un muchacho moreno de amplia y enigmática sonrisa se acercase por el camino portando una preciosa y enorme saca dorada a la espalda. Y como Jinjo era curioso y a pesar de que le causaba gran pereza hacerlo, no pudo evitar preguntar al muchacho que era lo que llevaba en aquella saca tan bonita.
El muchacho no contestó al instante, pero se acercó hasta la base del árbol y miró a Jinjo con curiosidad.
Buenas tardes amigo – le dijo – veo que se esta cómodo allá arriba.
Si, mucho, sube a tumbarte aquí conmigo – Le contestó Jinjo.
De buena gana lo haría amigo, pero ya he aprovechado un ligerísimo alto en mis quehaceres para visitar a unos parientes y regreso apresuradamente a la capital. Sin embargo aun me quedan unas horas de camino y agradecería una buena conversación, si convinieses en acompañarme podría contarte que llevó en esta bolsa - dijo el joven, que en verdad tenía una sonrisa que era demasiado blanca, tanto que recordaba al brillo del estanque de la “Luna de los siete hilos”, pero Jinjo aun no se daba cuenta de este detalle, sino que simplemente notaba algo que lo cautivaba en aquella sonrisa.
Oh, realmente estoy muy bien aquí – repuso Jinjo, pero su curiosidad era innata, y no podía evitar cuestionarse como un muchacho que cargaba una bolsa tan pesada sonreía de aquel modo increible todo el tiempo, de modo que a pesar de lo cómodo que se encontraba en el sauce añadió – aunque siento una pequeña curiosidad por ver el sitio al que vas y que me cuentes lo que transportas con tanta alegría, quizá sea bueno que te acompañe…
Y dicho y hecho. De repente Jinjo estaba en el suelo al lado del muchacho. Y así ambos comenzaron a caminar hacia la capital donde vivía el muchacho.
Durante el camino, este le explicó que las sacas eran para poder llevar todos los bienes y premios ganados con el trabajo diario, eran motivo de gran orgullo en su comunidad. También le dijo que podría quedarse a dormir en casa de Tía Lara.
Tras un par de horas de caminata, que fatigaron más de la cuenta a Jinjo, que como loro tenía unos andares bastante cómicos, llegaron a una gran explanada que se abría en la floresta. Desde el borde del claro, chico y loro contemplaron la capital, que no era otra cosa que calles flanqueadas por chozas de paja humeantes. Donde había muchísimo trajín y un montón de personas que portaban también grandes sacas doradas a la espalda y lucían enigmáticas y blancas sonrisas, demasiado blancas quizá.
Explícame mejor por qué lleváis las sacas – Preguntó Jinjo.
Bueno, en realidad es un orgullo para nosotros llevarlas, y cuanto mas llenas y pesadas sean mayor es nuestro orgullo y satisfacción. Por ejemplo, ¿ves a aquel hombre flacucho que se arrastra bajo aquella gigantesca saca? En nuestra capital, él si es realmente un ejemplo a seguir, se trata del alcalde y debe sentirse muy muy satisfecho.
¡¡ Vaya ¡¡ - se dijo Jinjo en voz alta – A mi también me gustaría tener una saca dorada.
Fue decirlo e inmediatamente una gran saca dorada bordada con hilo dorado apareció en su espalda…(*)