Ángela; en Chino su nombre es Lean Ji y significa “Alegre, Paz y Suerte”
Tenía 12 años y ya era combativa, fuerte y resuelta muy estudiosa, había sido bien entrenada para trabajar duro pero jamás faltaba a una fiesta o a compartir un momento de celebración con los demás chicos y chicas del grupo de inglés o sus amigos del cole, así año tras año, yendo y viniendo de un país a otro, hasta que terminó sus varios y variados estudios universitarios.
Me invitó a Paris, antes de dejarlo y me mostró el esplendor de esa bella ciudad. Había organizado a todos: a Máxime su precioso novio, a la familia de éste y a su amiga Isabel, todos para hacerme vivir mi sueño en Paris. No faltó de nada: Un piso con vistas a la Torre Eifel, paseos en zigzag por el centro de Paris. El museo de Louvre, sin prisas, disfrutando de cada minuto; El Bateau - cantando sobre los puentes de Paris- el Sagrado Corazón, incluida una cena en la calle de los pintores, por cierto, lugar al que prometimos volver; un té cerca del Moulan Rouge , una exposición de esculturas de Taïne Gra, madre de Máxime, un helado de tres bolas en los Campos Elíseos y un desayuno fantástico en la casa de las tiás de Máxime, que ya no están con nosotros y a quienes jamás olvidaré. Me proporcionaron su piso de invitados para sumarse al gran regalo de nuestra querida amiga ¡ Se acabaron las frustraciones! me dijo resuelta la que ya era una mujer hablando de tu a tu con su “teacher”, como ella me llamaba y aún me llama. No supe que decir, ella ya había terminado la carrera, hacía unos años que tenía el Certificado de Proficiency in English por la Universidad de Cambridge, Y el TOEFL, su máximo nivel en frances, masters y un gran etcétera. Había viajado por todas partes y había guardado con ella, todos estos años un comentario jocoso acerca de mis viajes con mi acompañante en los que nunca pude visitar los sitios más emblemáticos de los lugares a los que viajé porque todos los del grupo con el que viajábamos ya los habían visto. Ella no olvidó aquello, ella no se rió, lo guardo como una herida que curar, como una afrenta y cuando tuvo ocasión remedió el asunto con tanta elegancia y clase, con tanto cariño que le puso una nota brillante e inolvidable a ese mi gran viaje a Paris. Ese viaje marcó mi vida de forma tan positiva que a partir de ese momento tuve fuerzas para mejorar mi situación de forma visible.
Al menos una vez al mes comemos o cenamos juntas y nunca ha dejado de ensalzar mi participación en su vida. No la han cambiado sus éxitos en Garriges Walker y su año de España en China, en contacto permanente con el Embajador de China e importantes funcionarios del Ministerio, ni su empresa de traducciones, ni siquiera ahora que le han ofrecido un gran trabajo en China. Sigue teniendo la misma sonrisa, abierta, franca y sigue siendo aquella valiosa niña que con doce años quiso guardar a su “teacher” en su corazón. Ahora es ella la que me enseña, me puso en contacto con el Feng Shui y se asegura de que no me canse y siga manteniendo mis diferencias, que siga firme y no me deje atropellar.
Esta tarde se ha marchado a China, “allí te espero” me ha dicho, “te cuento cuando todo esté organizado y vamos a visitar la Muralla China” me ha emocionado una vez más su cariño. Echaré de menos nuestras conversaciones, pero tendremos el e.mail y su Blog donde nos contará, a todos, sus experiencias. Yo sólo puedo pensar en bendiciones para Ángela y pedirle al Universo que siempre conspire a su favor y al de los que ama. Me siento muy honrada por ser parte de su vida y siempre procuro no defraudarla. Que todos te hagan la vida fácil y grata. De momento, ¡un gran abrazo!
¡Me encantará ir a China!