Cristal roto

If you want to read this short story in English you will  find a copy in: "Into English"as "Broken Crystal"

La ignorancia es la madre de todas nuestras las desgracias, uno debe conocer las consecuencias que puedan tener sus decisiones. No debemos poner nuestro futuro en manos de otro, por mucho que nos parezca fiable, hay seres que son depredadores naturales que no controlan su naturaleza destructiva.

 Este es un pequeño homenaje a las mujeres y niñas e incluso niños de todo el mundo que son repetidamente forzadas y forzados a soportar todo tipo de vejaciones, todas aquellas  y aquellos que están en manos de seres  ignorantes y enfermos que se han perdido la evolución y  aún viven en  la época de las cavernas cuando el hombre no distaba mucho del animal que lo alimentaba.

Aunque el agresor ni nadie puede ser más de lo que vive, deberemos procurar una amplia educación para que todos vivamos una realidad mejor.  Y para aquellos que la ciencia cree nacidos para hacer daño, tendríamos que tener un protocolo como el que se tiene para los animales peligrosos, porque nadie es culpable, pero todos somos responsables de lo que permitimos que ocurra.

Cuando el cristal se rompe  sus trozos jamás vuelven a casar, sus bordes pierden el brillo para siempre, sólo el fuego los refunde y transforma pero nunca recuperan su prístina belleza, quedando al final,  en trazos de dolor dispersos.

 Aliama  Narval

 

Después de tantos años de pronto recordó aquello que su mente se empeñó en olvidar.

Dieciséis años exultantes, aplaudida por todos, le gustaba bailar, cantar;  ella estaba habituada a ser el centro de atención pero era bondadosa, la gente le importaba hasta causarle una preocupación profunda,  lo que ponía de muy mal humor a sus padres. Era trasparente, brillante, cual cristal pulido.

Él apareció una tarde a saludar, a sus compañeros, se lo presentaron, ella no le dio ninguna importancia, era una persona más de las muchas que le eran presentadas cada día. Preguntó quién era y los dibujantes le dijeron que al parecer era un periodista de un diario poco importante. Todo quedó en la incertidumbre de su identidad. La presencia del nuevo personaje se hizo asidua, aunque tratándose de un lugar donde se movía tanta gente, a nadie le extrañó.

Comenzó a coincidir con la hora de la salida, cada vez con más frecuencia. El charlaba animadamente, tenía una forma de hablar interesante, era periodista y mayor, veinticinco años, que desde sus dieciséis alejados de la gente de su edad, parecían interesantes, sobre todo porque aquel hombre no parecía buscar nada  especial en ella.

Un día con otro y otro, durante meses, despertó su interés  y poco a poco, sin darse cuenta comenzó a permitirle ciertos escarceos, que para ella  eran el nacer a otro mundo de sensaciones.

El tiempo pasaba y la jovencita adolescente comenzaba a sentir algo diferente y nuevo, fascinante también, algo que no sabía nombrar. No se lo contó a nadie, era su nuevo tesoro, el descubrimiento de sensaciones insospechadas.

Esperaba con ilusión un momento oscuro en aquella galería de la Universidad y ella sentía que podría ser su  novio, uno de verdad. Estaba ilusionada, pronto se lo presentaría a sus padres.

Quedaron para ir al cine temprano, a la primera sesión, aunque era domingo ella debía presentarse a las seis en su compromiso diario con su trabajo y no podía fallar. Era la primera vez que salían.

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Hacía un calor sofocante, aquella tarde, se encontraron cerca del cine, era pronto aún para entrar al cine, su amigo le pidió que lo acompañara a la oficina de su padre a buscar unos documentos que necesitaba para el trabajo.

Ella lo acompañó confiada y alegre. Entraron en la oficina, el solícito le dijo “siéntate y quítate la chaqueta,  tenemos tiempo”. El se dirigió dentro del despacho, enredó algunos papeles, cogió algo y salió. Miró el reloj y dijo,” aún es pronto”.

 En ese momento de paz y sombra ella le sonrió, el se acercó y la beso, ella intentó levantarse” ¡Ya es hora!”, dijo, intentando quebrar la intimidad, el entonces cambió el tono: a no ser que…. Ella, sin entenderlo, se puso nerviosa y dijo,” no, vamos al cine, venga”. El tiró de ella con violencia, la agarró por el pelo, casi rompió su cuello, ella se retorcíó intentando zafarse. Se defendió con fiereza, gritando, de pronto sintió como  un mechón de su pelo se desprendía para quedar atrapado en manos de su agresor, no lo podía creer. Intentó huir, el, la volvió a enganchar por el pelo. El se mofaba diciendo que no había nadie en todo el edificio, era domingo, que gritara todo lo que quisiera.

Mientras intentaba forzarla, con inusitada violencia, ella luchaba con todas sus fuerzas soportando el dolor. De pronto el se detuvo y se alejó. Ella le pidió la ropa que él le había conseguido arrancar en el forcejeo, él le dijo que no se la daría.

Asustada y exhausta se  volvió intentando encontrar la protección de algún mueble, no podía pensar, estaba dolorida, temblaba como una hoja y no sabía que más hacer. Todo pareció calmarse, ella le volvió a pedir su prenda, el, la miró con profundo odio.

 La joven le dio la espalda, el llanto la dobló, en ese momento, aprovechando su debilidad él se abalanzó empujándola brutalmente. Cayó de bruces y al mismo tiempo sintió un dolor desgarrador y enorme que la paralizó, su atacante había perpetrado su felonía de una forma que ella ni siquiera podía haber sospechado. Ella nada sabía de prácticas aledañas.  Creía en el amor, sus padres eran el ejemplo, creía en el respeto y la bondad, creía que el sexo era generosidad y mutua satisfacción y creía que el sexo tenía un lugar adecuado en su cuerpo y en su vida, esto era antinatural para su vida limpia y amable.

El mundo se transformó en un oscuro y profundo túnel hacia ningún sitio. Sentía  un indescriptible desaliento, un espantoso dolor y temía por su vida.

¿Por qué ese odio tan feroz?

Su atacante se metió en el pequeño lavabo de la oficina, insultándola le decía que tenía que reconocer la fiereza con que había defendido su virginidad y que se la podía quedar, pero que lo que había pasado también era penetración que si seguía sintiéndose ” tan virgen”.

Para ella era imposible entender la transformación monstruosa de quien creyó;  su enamorado. Se armó de valor y le dijo “Ahora que  has acabado tu plan, déjame marchar”,  El hizo un gesto teatral como de asco y le tiró la  maltrecha prenda que le había arrancado. Ella la cogió sin decir una palabra. Intentó salir,  la puerta estaba cerrada con llave “Abre la puerta, por favor” exigió más que pidió. El abrió y se alejó de la puerta. Ella se paró antes de salir, lo miró a los ojos con toda la intensidad de su pena y preguntó, ¿por qué?

 No hubo contestación, pero la mirada de su víctima inquietó al hombre,  ella salió corriendo, con su cabeza llena de contusiones. Le dolía todo el cuerpo del forcejeo,  sentía una profunda herida en su interior. Su virginidad, según se entendía entonces, estaba intacta, pero había sido brutalmente  agredida. No sabía nada de sodomías, ni siquiera conocía la realidad de la homosexualidad, nunca se hablaba de eso en su entorno.

Sentía el horrible golpe que su agresor le había causado. Se armó de valor, se secó las lágrimas y respiró. Utilizó lo que tenía a mano para contener la hemorragia. Se arregló un poco mientras bajaba, se puso las gafas oscuras,  rogó que no se le notara demasiado y se alejó del portal del edificio.

 

No sabía cómo parar el tropel de pensamientos que la acosaban.  No podía ir al hospital.  Sus padres, aunque incondicionales, no le perdonarían  que les hubiera ocultado que iba a salir con un hombre y desde luego jamás comprenderían por qué ella había subido a aquella oficina. Por otra parte temía la reacción del padre con el atacante, su padre conocía a gente muy importante, temía a los policías, el tremendo escándalo, un juicio, sintió fatiga. Estaba completamente descompuesta.  Decidió callar y no contarlo a nadie. Pensó que era mejor que nadie lo supiera. Felizmente la hemorragia no duro mucho y su cuerpo pareció calmarse poco a poco. Entró en su puesto de trabajo con su habitual sonrisa, fue directa al baño y lloró con desesperación, fue a maquillaje, allí dijo que tenía un poco de conjuntivitis, hizo gala de su habitual buen humor y nadie pareció reparar en su quebranto.

Los días posteriores fueron un infierno de dolor físico y desolación, no podía comprenderlo.

Su atacante desapareció  y no lo volvió a ver, se ocultó bien,  ella borro su nombre y asumió su error, segura de que la vida se encargaría del resto.  Aunque no se llenó de odio,  nunca volvió a ser la misma.

Pero el delincuente siempre vuelve a la escena del crimen, el agresor volvió a aparecer  unos meses más tarde, con una sonrisa de triunfo que ella  congeló con su mirada, se sentía seguro porque ella no lo había delatado. Ella pensó que no podría resistir su presencia y se prometió contar a todos lo que había pasado si lo volvía a ver por allí, al parecer el delincuente captó su determinación y procuró no volver a coincidir con ella.

Antes de casarse a los 20 años creyó que su marido debía saber que había sufrido una agresión que la había marcado, incluso físicamente ya que desde aquel día nefasto su salud se había resentido, le pidió a su pareja que le guardara el secreto. Su futuro marido acogió la confidencia con actitud cariñosa e insistió en que ella no era culpable de la actitud enfermiza de aquel hombre. Esto le permitió perdonarse el haber confiado, hasta el momento de la llegada del agresor, ella sólo sabía de besos inocentes, de cariño y profundo respeto, sólo era una adolescente llena de ilusión de amores de príncipes y princesas.

 Ahora, tantos años después a sus treinta todo volvía a su mente, acababa de coger a su niño de 9 años por los pelos, había hecho daño a su hijo con lo que le pareció que era parte de esa otra violencia que aún campaba a sus anchas en su subconsciente, como si, a pesar de no recordar habitualmente la agresión, ésta siempre viviera, ahí, profundamente enraizada afectando sus decisiones para siempre. Ni siquiera recordaba el nombre de su agresor, pero el dolor que el dejo aún dañaba su existencia.

Abrazó a su hijo y le pidió perdón, no podía contarle de donde nacía tan incomprensible actitud, no podía decirle que ella conocía muy bien el dolor que le había causado, no podía hablarle de su frustración.

Muchas veces después de este momento sintió la amargura solapada que había sobrevivido todos esos años  y se preguntó si eso habría determinado su vida, si el miedo es lo que había guiado todas sus relaciones desde entonces.

Comprendió que los errores son para siempre y siempre dejan una huella indeleble. El hombre que la agredió no estuvo nunca en su pensamiento consciente, no quedó ni un pequeño recuerdo, era un proyecto de relación frustrado y baldío, oscuro y siniestro; la fealdad, la desgracia; sin embargo, la agresión, siempre había permanecido en su subconsciente y quién sabe cuántas decisiones estuvieron contaminadas por esa violencia.

Alguien aparentemente hermoso se reveló como un sucio y enfermo trozo de humanidad proyectando su horroroso rostro en su universo limpio y cariñoso, trayendo la incertidumbre a su casa, para siempre.

Ahora sabe que el agresor es también víctima de su  brutalidad, un enfermo incapaz de amar, sin embargo el odio no cabe en su corazón. Ella aún con sus feas cicatrices, muchos años después, sólo puede amar la belleza y es eso, la belleza lo que ella convoca  cada día en las sonrisas que regala su cara de abuela.

Flashes

Si cada vez que pienso en ti te enviara un sms, no podría dormir, ducharme, ir a natación, bailar, hacer presentaciones, escribir en Facebook ni hacer el amor.

Ahora paro en seco un informe y te escribo en letras de nube sobre el cielo de Shanghai:

te quiero . . .
(1222)

"No se puede enseñar nada a un hombre; sólo se le puede ayudar a encontrar la respuesta dentro de sí mismo"

Galileo Galileo

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(1028)

<¿Para qué repetir los errores antiguos habiendo tantos errores nuevos que cometer?

Bertrand Russell

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(1008)

Nada en el mundo puede sustituir a la perseverancia. El talento no lo hará; nada es más común que un hombre de talento sin éxito. El genio tampoco; el genio no premiado es casi un axioma. La educación por sí sola tampoco; el mundo esta lleno de cultos sin gloria. Sólo la perseverancia y la firmeza son omnipotentes.

Adam J. Jackson

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(911)

"Live and work but do not forget to play, to have fun in life and really enjoy it"

Vive y trabaja pero no te olvides de jugar, de divertirte en tu vida y de disfrutar de ella.

Eileen Caddy

    

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