Dejamos Ibiza...

Detalles

Creado en Jueves, 28 Agosto 2008 12:32

Última actualización en Miércoles, 20 Marzo 2013 10:54

Escrito por Aliama Narval

Visitas: 1818

Dejamos Ibiza. El avión despega en sentido inverso al habitual, cosas del viento. Me regala la visión aérea de mis lugares en la isla. Puedo ver playa D´Embossa, hasta cuyo final llegaba cada día en mis paseos matinales y a continuación  Ses Figueretes , donde  veo con claridad la casa de mi madre, para acabar girando delante de la Ciudadela y el Puerto. El mar, deliciosamente azul turquesa en algunos rincones, invita a un buen baño ¡no podría haber soñado mejor despedida! Todos sabéis que estoy enamorada de esta isla y ella me corresponde con mimos y cuidados de sus paisajes y sus gentes. Me gusta estar sola con el paisaje, junto al mar, sin pensamientos, sólo la brisa y el sonido del vaivén de las olas.

Pude ver a Pascal en su gimnasio, cuidando de la salud de los que trabajan por el bienestar de sus cuerpos.

Recordé mucho a Tito nuestro amigo vasco que cuidaba con esmero la zona de la piscina y playa en el Hotel Ibiza playa, también recordé a Julian uno de los dueños, que ya nos dejó, recuerdo como cuidaban y procuraban que ese rincón fuese especial y mejorara cada día, su lucha por conseguir el paseo y mejorar las playas. Gracias a Julian y a Tito, durante muchos años pudimos disfrutar de la piscina  impecable, una playa cuidada y tranquila.

Aún tenemos a gran parte de ese enorme equipo de limpiadoras y trabajadores del hotel, que como hormiguitas lo cubren todo con sus uniformes impecables desde primera hora de la mañana, enseñando a las nuevas incorporaciones a dejarlo todo brillante y agradable.

A las ocho de la mañana comienza la limpieza del bar enfrente de la piscina, al que apodamos chiringuito por ser una construcción en madera de una planta con tejado de una especie de totora, el bar, totalmente abierto esta rodeado de mesas con sus parasoles y todo esto rodeado a su vez de plantas, palmeras y una verja que lo protege por la noche. Los camareros, para mi alegría, aún son los mismos y aunque deberían pintar canas están jóvenes y vitales, como si nada cambiara en este rincón.

Lo mismo ocurre en la piscina, ahora después de la jubilación de Tito se ha hecho cargo su ayudante, Jaime a quien mi sobrino Iñaki, con simpatía, llamaba el jefe. Con la mejor tradición de trabajadores expertos Jaime va y viene organizando enseñando a sus ayudantes y trabajando duramente para que todo este a punto de revista. La piscina, a parte de estar impoluta es un remanso de paz. Yo desde mi atalaya, justo enfrente veo todo este panorama y agradezco inmensamente a toda esta gente del Hotel Ibiza Playa  en  Figueretes su esfuerzo por hacer las cosas así de bien. Me siento agradecida cuando veo como cada año, en el verano la gente del hotel se esmera por mantener esa calidad que nos da esa gran sensación bienestar.

Me acuerdo de mi padre que en sus paseos recogía algunas bolsas de plástico que algún turista descuidado había tirado en la playa, recuerdo como nos enseñó a cuidar del entorno a amar este rincón. El espíritu de mi padre y el de Julian Cevera aún pasan  por Ses Figueretes, de vez en cuando, a modo de supervisión, y creo que están satisfechos de lo que han conseguido.

El día de mi cumpleaños el paseo me regaló una preciosa luna llena, tambien contemplé el eclipse de luna, los yates de todos los tamaños, barcos piratas desplegando velas negras, noches de colorines, de celebraciones y fiestas, todo desde el balcón de casa de mi madre.

Siempre el mismo paisaje, diferente luz pero siempre el mismo amado paisaje, como la estampa del hombre que amas y nunca te aburre o decepciona, en sus mejores o peores días, porque sientes su amor a pesar de todo, sientes su preocupación por ti, su cercanía.

Se me irritó la garganta, gentileza del aire acondicionado de Eroski, y pensé que mis vacaciones acabarían en ese punto, pero de pronto recordé que en otra ocasión Tito me había salvado de una situación parecida y seguí sus instrucciones.

Un día que yo estaba destruida por la fiebre, las toses y el dolor de cabeza me encontré con Tito a la entrada del edificio donde vive mi madre y me dijo: “No te quedes en casa con la fiebre, baja a la piscina de agua salada, date tres chapuzones seguidos, luego envuélvete bien en una toalla y ve a descansar a casa, ya verás que bien te sienta” Yo que siempre agradezco cualquier información de buena voluntad, también siempre, pruebo estos aparentemente extraños remedios sin dudar de su efectividad hasta comprobar su efecto en mi organismo. Aquello fue milagroso entonces y lo ha vuelto a ser ahora, así pues, pude seguir disfrutando de mis vacaciones sin que mi garganta lo impidiera.

Hay gentes que hacen de tu vida algo hermoso y es con estas gentes con las que yo quisiera compartir mi vida. Agradezco a todos y cada uno de los que han contribuido con su trabajo a hacer de mi estancia en la isla una alegría, a todos los que me han deseado este bienestar.

¡Gracias, una vez más, a Ibiza y a mi familia por estas preciosas vacaciones!