En estos días, vivo como una zíngara entre una casa de expat y un apartamento chino. Me levanto a horas imposibles, cojo un taxi y voy al apartamento chino para ducharme (al fin), vestirme (lo que sea), coger los libros (de chino), desayunar (rápido) e ir (tarde) a trabajar.
Al cabo de casi un mes, tras dejar algunas cosas mías en tu casa de expat, hemos tomado la acertada decisión de hacer una lista:
“Elenco de Cosas a Devolver al Final del Amor”
· Mi Tostadora
· La caja de Bombones que me trajiste de US
· Botas de Invierno
· Gafas de Sol
· Gingseng Coreano
· Crema del Duty Free (...)
Al Final del Amor, quedaremos en un café cualquiera y la gente no sospechará que es la última vez que nos miramos a los ojos; y me entregarás, muy serio y cual espía itagnolo, una maleta con una tostadora y repleta de chocolate. Ese era el trato- porque no quiero que quede nada en tu casa de expat que le pueda servir a otra.
La próxima mujer no se comerá mi chocolate, ni desayunará a mi costa a la mañana siguiente, ni verá volar las calles de Shanghai desde mis gafas de sol mientras te abraza por detrás en tu “motorino”; la próxima estará con un hombre que me ha escuchado, me ha besado y me ha amado; la que venga después deseará haber llegado antes. A cambio, espero que pueda disfrutar de aquello que te di y olvidamos incluir en el Elenco- todo lo que, aunque no guardes en ninguna maleta, deseo viaje contigo a todas partes hasta el Final del Amor.
Ángela López Molina