La peque miró a su abuela con sus seis añitos de cariño y le dijo:
¿Sabes que estoy muy triste por lo del abuelo, verdad abuela?
Ella le contestó que si lo sabía y que era normal que lo echara tanto de menos.
Antes de que abuela pudiera agregar algo para consolarla, hizo un gesto con la mano y
añadió ¡Pero no podemos estar siempre tristes! ¿verdad?
¡Verdad! Contestó la mujer.
La pequeña siguió barriendo las ya impolutas piedras del patio, una y otra vez, mojándose los pies mientras limpiaba, regaba las plantas y los pies de su abuela.
De pronto paró y fue a donde la abuela estaba sentada y le dijo.
“Yo no quiero que tu te mueras abuela”
La mujer la abrazó y le dijo : “No te preocupes, me moriré cuando tu seas grande y tengas hijos. Para entonces seré tan viejecita que aceptarás que me vaya a descansar”
Al parecer esta idea la tranquilizó y alegró porque cambió de conversación y siguió contando sus inquietudes con mucha alegría.
Tiene problemas con las fichas del cole (y quien no…), la aburren y desesperan. Dice que “tanto sumar, tanto sumar”, es demasiado, que ella quiere aprender más cosas.
Hay quien la tacha de teatrera y fantasiosa, en tono peyorativo, pero su abuela sabe que sólo es un bello "Cisne" difícil de aceptar en el estanque de los patitos, por eso todo lo que dice suena a película.
Junio 2010