Suspendido en el horizonte del susurro por la melodía de la tierra, viajo sin rumbo buscando la esperanza. Desde el otro lado esperan a quien fuí pero no a quien seré. Tienden sus miradas para guiarme entre la maleza que todo lo vive. Pero aún no escucho sus voces porque a mi alrededor todo son espejos.
La soledad que tiempo atrás me rescato de la inconsciencia, regresa ahora para abandonarme sin pudor. No lo lamento, sólo necesito sentir el calor de las cosas bellas con la seguridad de que volveré a amarrar su luz. Intento recobrar mi ternura pero cada vez es más doloroso.
Nunca me ayudaste porque nunca me supiste entender. Te odié por ello como te odié por ser tú. Pensarte me agota en lágrimas pero olvidarte me hace desaparecer de mi recuerdo. Tus versos me siguen doliendo igual que entonces.
Mi luna me busca con dulzura y la siento tan cerca que noto su sonrisa. Los días que estuve con ella se me borran porque así lo predijo. Su música lejana me trajo su olor y sus manos de arcilla me volvieron lo que soy. Le pregunte, ella me respondió y no nos vimos mas porque así lo quiso. Fue antes de conocernos, mucho antes de acariciarnos.
El humo que reaparece entre los huecos de la imaginación me aconseja abandonar mi deseo. Con mi imagen hecha granito me digo que todo ya pasó y mi voz hace desaparecer la noche. El agua corre por mis sueños de un mañana que será hoy. Las orugas desaparecieron de mi cuello sin dejar marcas y el laberinto se volvió de un solo color. La ciudad pateada vuelve a tener paz mientras que las tropas enemigas cambiaron a un único bando, el verdadero.
Nacerá su hijo el día previsto y no le ocurrirá lo mismo que a mí porque no lo permitiremos. Él tendrá a su madre y todos se darán cuenta de lo que eso significa. Los espejos para entonces transparentes dejaran pasar la luz y sus nítidas voces me acompañaran con la mirada sin volver la cabeza.
Luché por ello y el amor me lo entregó.