Tengo un amigo gaditano que tiene muchísima gracia. Sonrío siempre para mis adentros recordando sus dichos y los chascarrillos con los que acaba cada discurso. Me sorprende todos los días -impresionante repertorio- sin repetirse apenas y dibuja en mí una sonrisa indeleble me cuente lo que me cuente. Y aunque Cái para mí, sea la reina del arte popular en Andalucía, no podemos dejar de reconocer que todas y cada una de las provincias andaluzas tienen su duende.
Andalucía es una tierra sabia, hermosa, acogedora y hospitalaria. Su cultura popular se expresa mediante sus dichos y "palabros", que de manera similar a los refranes reflejan la vida misma en sus significados. Hay palabras preciosas, por su expresividad y por lo fácilmente que muestran su significado. Os daré algunos ejemplos.
Una palabra auténticamente malagueña -uan jandre per sen- es "merdellón". Un merdellón es una persona grosera, gritona, poco recomendable y definitivamente desagradable. Un poquito "chusma" que se dice, palabra que también les define bastante bien. Su origen es más que curioso, viene de la época de la ocupación francesa. Los malagueños que siempre han sido hábiles en el aprendizaje de las lenguas extranjeras, insultaban a los invasores castellanizando las palabras francesas "merd de gens" (mierda de gente) para que los insultados no se dieran por aludidos. Desde entonces hasta nuestros días, se ha mantenido la palabra merdellón.
Otra palabra que me encanta es "revenío". Estar revenío es no tener tu mejor día, mostrarte irritable, de mal humor, poco receptivo y un tanto cabreado... Si es un niño el que está revenío, entonces se dice que está "bascosito". La propia palabra ya me sugiere que está espeso, que el revenimiento no le es propio, sino fruto de la falta de sueño, o de no haber salido a pasear, a airearse... o a "orearse" que se diría por aquí, ... como los jamones.
Pero nada de revinimientos. Hoy hace un día estupendo, nos gusta hasta la música del telediario y a ver cómo explicamos qué hacemos bailando la sintonía de la carta de ajuste. Pues muy fácil, es que somos unos "disfrutones". Bonita palabra que define a una persona optimista que sabe sacar algo bueno de todas las cosas que le ocurren.
Todas las palabras, las más ilustres y las más populares, nos ayudan a expresarnos, nos enriquecen y nos facilitan la vida. Dan forma y expresan nuestra filosofía de vida.
Hablando de filosofías de vida. Hace unas semanas escuché un pensamiento en televisión que me encantó. Sí, he dicho en televisión, lo confieso, soy Operación Triunfo-adicto desde la primera edición hasta la misma gala final de este año; qué majos estos muchachos ¿verdad? Y, ¿qué le voy a hacer?, tengo esa "falta", que es otra expresión de estas tierras andaluzas.
Se lo escuché a Nina. Este año no es profesora pero fue invitada como artista. Dijo algo que me pareció brillante. Hablaban de la felicidad, algo tan difícil de explicar, y que ella definió de forma espectacular.
"La felicidad no es tanto poder hacer aquello que nos gusta, sino que nos guste lo que hacemos".
Así de fácil. Cuánta razón. Una puerta cerrada nunca debe ser un motivo de frustración. Una puerta cerrada siempre, SIEMPRE, nos abre otra. Me hubiera encantado tenerlo tan claro hace unos años. No hay que dejar de pelear y luchar por lo que creemos y por lo que queremos, pero nuestro más preciado fin, la felicidad, está en muchos sitios. Sólo hay que levantarse tras la caída, abrir bien los ojos y aprender del momento. Seguro que vemos un nuevo camino que nos motive y nos guste... Y hay que caerse necesariamente, sin miedo a que esto ocurra, ya que es la única manera de avanzar.
Está claro que el que tiene la fortuna de hacer lo que le gusta estará encantado, lógicamente mientras se dé esta situación de suerte que no siempre es eterna. Si por alguna razón tu "suerte" se trunca, no te "revengas" ni te pongas "bascoso", piensa que si tienes la capacidad de enamorarte y disfrutar de lo que haces o de lo que te toca hacer, esta actitud positiva y constructiva te sitúa mucho más cerca de eso tan complejo e intermitente que llamamos felicidad... como un autentico "disfrutón".
De ahí que la felicidad como la suerte, no es solamente algo que nos toca vivir -o no- en función de las circunstancias, sino que nuestra actitud, en la que podemos influir de forma activa, nos va a ayudar definitivamente a salir a su encuentro.
Yo de mayor, quiero ser un disfrutón... he dicho.