La educación es un tema muy de actualidad. Hoy sin ir más lejos va a haber una manifestación en Madrid que no todo el mundo considera bien enfocada pero que a buen seguro, nadie negará que llega en un momento bastante oportuno.
Y es oportuno porque nuestra educación -y no me refiero a la calidad del cole ni de los profesores- es casi tan deficiente como nuestra sanidad. Nuestros hijos están a la cola de Europa en formación. No sé donde están si hablamos de su educación y de su saber estar y comportarse en sociedad. Y no hablo de Susanita ni de Felipito, que ya desde pequeños fueron muy despiertos y tuvieron mucho interés, aparte de ser muy buenos chicos, muy decentes, muy limpios y muy trabajadores. Éstos saldrían adelante a pesar de cualquiera. Hablo de los muchísimos muchachos que acaban asqueados y aburridos de tener que malgastar horas y horas en un centro educativo sin el más mínimo interés, obligados a pasar de curso hagan lo que hagan, sin tener que esforzarse ni preocuparse.
Me voy a permitir dar mi opinión. ¿Es la ley tan mala como para achacarle toda la culpa de todos los males? ¿El problema es si se puntúa o no la religión? Yo creo que no. Ni esta ley, ni la anterior, ni ninguna. No podemos escudarnos siempre en algo ajeno a nosotros para redimir nuestra responsabilidad.
Es verdad que la mayoría de los políticos tienen unas capacidades cognitivas bastante limitaditas para los cargos que ocupan. Van bastante mejor de soberbia y autosuficiencia, por no hablar de su envidiable habilidad para acomodarse en distintos cargos a medida que la van pifiando en el anterior. Nunca he sabido de un político hablando con unos trabajadores, de forma distendida, sin elecciones a corto plazo y sin cámaras, interesándose por cómo les va y qué se podría mejorar. En muchos casos yo creo que no hacen caso ni a los consejeros técnicos que supongo consultarán en sus decisiones. Que cómo lo sé, pues muy fácil. Basta escuchar a los colectivos de profesionales opinando acerca de las decisiones políticas que les atañen. Todos habréis conocido algún profesor opinando de la LOGSE, por citar un ejemplo clarificador.
Pero en esto de la educación no sería justo si no destacara el papel de la familia. El colegio debe ser el lugar para la formación técnica y de conocimiento, un lugar donde los padres nos apoyemos para la educación de los niños, y poco más. La educación de nuestros hijos es nuestra responsabilidad y nuestra tarea.
Una vez dicho esto, y aclarado que los mayores responsables de los logros y los fracasos de nuestros hijos somos los padres, las familias y los propios niños, me gustaría resaltar algunas incongruencias que a menudo me llaman la atención.
Decía hace muy poco que la sanidad era muy costosa. La educación, quizás no lo sea tanto, pero también lo es. Sin embargo, la mayoría ni nos lo imaginamos. Es la lacra que arrastramos en este país, donde lo "gratis (doblemente entre comillas)", una vez más no se valora. Cada septiembre, el precio de los libros de texto genera numerosísimas quejas en televisión, en la cola del cajero del súper, en el "vidrioclub" y en la "pelu". No digo que entre ropa, material y libros no se vaya un pico, que se va. De lo que nadie se da cuenta es de que ese gasto es la punta del iceberg. Lo verdaderamente caro es el colegio, y nos lo dan "gratis".
Todos los años, alguna cámara exhausta ante la obligación de llenar unos minutillos del telediario vacios por la liga de futbol, atropella a algún viandante que usando su minuto de gloria reclama a las autoridades la necesidad de que los libros de texto sean gratis. Mi gobierno andaluz, que todo el mundo sabe que tiene las arcas llenas y le repugna la búsqueda del voto fácil y agradecido, ya los está regalando. En Andalucia vamos "sobraos", pero ¿qué passsa?.
En mi humilde opinión, gastarnos 80 euros por niño en libros de texto para todo el año tampoco es una barbaridad. Especialmente si los comparamos con la "Game boy", la Pc box, la Nintendo o como quiera que se llamen estas cosas que se agotan en Navidad. Salir a comer el fin de semana es bastante más caro y como no reserves, te veo de bocata o de hamburguesa en el Burriquín; por no hablar del móvil que por cierto, un elevado número de niños poseen como regalos de papá y mamá. Los mismos papás y mamás que despotrican en la tele durante el mes de septiembre.
Esto me lleva a pensar que nuestra escala de valores está un poquito perjudicada. Esto, unido a que muchos niños no saben lo que es un progenitor con un libro en la mano, permite entender el por qué del fracaso escolar. El convencimiento de que yo como padre, he salido adelante gracias a Dios, sin tener que estudiar. Y lo que es peor, la triste realidad de que en la sociedad actual, una formación académica no significa un puesto de trabajo digno, ni tan siquiera mejor en la mayoría casos; mientras que al contrario, "malhaciendo" ñapas se puede vivir -y se vive- como un maharajá... Todo esto, insisto, ayuda a entender mejor muchas cosas.
El licenciado universitario que por su vocación, decide quedarse en la universidad para investigar o hacer su tesis, tendrá que vivir de sus padres o de su pareja, mientras que los "friquis" se forran contando con quién se acuestan. Es curioso el montón de pasta que se mueve con estas cosas, y lo que cuesta recibir un sueldo acorde a la valía en la universidad.
Los mitos y los ídolos populares de nuestra sociedad, así como los programas de televisión que triunfan, no dejan de ser un reflejo indirecto de nuestros gustos y nuestras inquietudes. Belén Esteban, Mila Ximénez, Dinio, Lidia Lozano y compañía, Gran hermano, el Tomate, la que antes se llamaba Tamara y yo que sé cómo diablos se llamará ahora, etc, etc, etc,...
Hay quien dice que es que la cultura es muy cara. La música, los libros... yo no sé adonde vamos a llegar. El último libro de Carlos Ruiz Zafón, o de Isabel Allende, o de Maruja Torres, o de Vázquez Montalbán, o de Muñoz Molina, o de Saramago, o de tantos otros, viene a costar como media la friolera de 15 o 20 euros. Casi lo mismo que unas cañas y una racioncita de gambitas blancas de Huelva. Por cierto, si te ves obligado a priorizar, la cerveza mira bien que sea de tanque de salmuera, que las gambitas dan mucha sed. No es lo mismo alimentar la gazuza que el espíritu. Todo el mundo sabe que en cuestión de comida no se debe escatimar.
Estamos construyendo una sociedad muy particular, en la que no asumimos ninguna responsabilidad como propia, en la que necesariamente debe haber alguien a quien culpar de nuestras frustraciones, en la que no existe la autocrítica sin la cual, estamos condenados a estancarnos, a no crecer. El esfuerzo personal, el trabajo, y el gusto por lo que se hace son necesarios para mejorar la sociedad y para la autoestima personal.
Mientras tanto, nuestros políticos y políticas se esfuerzan por legislar una educación para todos y todas, entre todos y todas; para los españoles y las españolas, los catalanes y las catalanas, los vascos y las vascas, los niños y las niñas, los padres y las madres... Porque digo yo. Si se trata de maltratar el lenguaje para demostrar a todos y a todas lo igualitarios e igualitarias que quieren parecer, por favor se lo pido a ustedes y "ustedas", tengan la galantería de anteponer el género femenino al masculino. Esto es una sugerencia para todas y todos ya que hablamos de educación... Yo no creo que usar el idioma de Cervantes tan rematadamente mal sea una forma de luchar por la igualdad de género, algo en lo que creo profundamente sin necesidad de ir maltratando la gramática. Y sí creo que facilitar una educación a nuestros niños, sin olvidar el conocimiento y buen uso de la lengua, puede ser un inmejorable punto de partida.
Es ante este panorama, que iniciativas como esta página güeb que entre todos vamos pariendo poco a poco y sin dolor, me ilusionan y me motivan. Gracias al cielo existe vida más allá de la estupidez, vida responsable e inteligente.