Ya ha empezado la persecución del fumador. Ya sé que también es por su propio bienestar pero como adicto jubilado y en la reserva, me solidarizo con ellos.
.
Con los que continúen su hábito –tóxico- porque de alguna manera se pondrá en duda su fuerza de voluntad, sin contar que cada día se les mirará de peor manera cuando se nos acerquen pitillo en ristre. No podrán evitar sentirse marginados. Con los que han decidido dejarlo, porque les aguardan días de ansiedad y esputos, con perdón. Matarán el monstruo de la inquietud y del mal humor con caramelos, galletas, chicles, comidas excesivas, todo tipo de bebidas azucaradas... calorías redundantes en definitiva que se quedarán a vivir con ellos como poco unos añitos; como un estudiante de la tuna en casa de los papás, trabajoso y difícil de solucionar. Con todos, porque este mal llamado hábito es realmente una adicción terrible, buscada, favorecida y potenciada por las empresas tabacaleras y sus patrones, que algo tendrán que explicar también nuestros gobiernos, presentes y pasados, que han llenado sus arcas y las llenan todavía hoy en día, con la nueva ley recién estrenada, sin escrúpulos. Y lo que es peor... parece que van a seguir haciéndolo. Porque lo peor de todo es que se permita la publicidad de este veneno, malo ya por sí mismo, terrible gracias a los aditivos con los que es aderezado. Y lo que no tiene nombre, y a mí el único que se me ocurre es homicidio diferido, es que bajen los precios y hagan de los adolescentes su cliente diana. Evidentemente, desde un punto de vista comercial es lo más rentable y lo más eficaz... también lo sería ir metiéndole el dedo en el ojo a todo el que se me cruzara por la calle y acto seguido, sin mediar palabra, darle una tarjeta de la consulta privada. Pero esto estaría feo... Por eso todos los afectados, fumadores activos y pasivos, enfermos de bronquitis crónica y enfisema,... cáncer de pulmón, vejiga y boca entre otras muchas neoplasias,... cardiopatías isquémicas,... enfermedades vasculares que van desde una trombosis cerebral, una claudicación intermitente o una enfermedad de Raynaud (que te confina a una silla de ruedas),... degeneración macular asociada a la edad (te robará la visión central cuando más tiempo tendrás para leer, coser o simplemente ver la tele),... por no hablar de la innumerable lista de enfermedades que empeoran con el tabaco (hipertensión arterial, úlcera gastroduodenal, esofagitis, asma,... sin ir más lejos)... Por eso decía, que todos los afectados deberían denunciar a quien fomenta el tabaco, sin piedad, que ellos no la tienen cuando buscan sus clientes entre los más jóvenes. Aprovechándose de que el adolescente amparado en su juventud, piensa que la enfermedad no puede atacarle nunca, de que busca incesantemente la autoafirmación y la integración en el grupo, de que no suele tener todavía una personalidad forjada ni mucho menos experiencia para discernir juiciosamente lo que le es o no nocivo, y esto por mucha información que se les dé. Y si se lo prohíbes, peor que peor. Lo repugnante es que esto se aproveche con total impunidad para seguir alimentando una industria que lo único que aporta es dinero a cambio de sufrimiento. Denunciemos a las tabacaleras, dejemos de consumir los productos que se prestan para publicitar el tabaco, dejemos claro a los políticos –sin importar su color- que no queremos tabaco en la vida de nuestros seres queridos. Ese es el frente donde hay que luchar. A los no fumadores, entre los que me encuentro, les pediría que hagan valer sus derechos pero que no vean en el fumador a su enemigo. Éste no es sino una víctima más, que se tendrá que ceñir a la ley, de eso no cabe duda, pero todos debemos tener claro que el enemigo es más poderoso y está bastante más arriba, aunque no por ello es invencible. Y el adulto que adecuadamente informado, decida ejercer su derecho a fumar, que lo haga... respetuosamente.
Master en drogodependencias y SIDA.
. |
Cáncer de pulmón Cáncer de lengua Arteriografía en una obstrucción coronaria TAC en trombosis cerebral severa Alteraciones circulatorias en la enfermedad de Raynaud |