Ya lo decían los Chichos, qué tendrá... que todo el que llega allí se coloca.
Por su localización, su clima y sus gentes, Marbella es un lugar único, un enclave privilegiado entre el mar Mediterráneo y la montaña. Como algunos ya sabréis, trabajo en Marbella, en el Hospital Costa del Sol, una empresa pública cuyo patrón es la Junta de Andalucía. Tremendo patrón, luego dicen de la empresa privada; nadie diría que sus manos son socialistas, de las que ofrecen rosas al obrero. Por cierto, estamos haciendo movilizaciones para que se sienten a hablar del convenio colectivo, como cada 3-4 años. Solo os digo que si consiguiéramos las mismas condiciones que el Servicio Andaluz de Salud (SAS), daríamos palmas con las orejas. Las mismas que a los trabajadores del SAS les parecen, no sin una dosis de razón, lamentables. Lástima que nadie se haya enterado de las movilizaciones de un pequeño grupo de trabajadores sanitarios. Pero no es mi intención hoy trasladaros las miserias de mis gestores -socialistas...- aunque sí que quisiera aclarar que en mi opinión, aunque fueran del PP, Partido Andalucista o IU por citar algunos, la cosa no iba a cambiar mucho. Eso sí, al menos teóricamente en otras manos no de izquierdas o supuestamente "obreras", sería más fácilmente asimilable... aunque el resultado final sea igualmente execrable lo pintemos del color que lo pintemos. Sirva esta aclaración para evitar susceptibilidades.
Quería contaros que nos encontramos a pie de la carretera nacional 340, la de la costa de toda la vida. A la misma altura, para que os hagáis una idea, está el Hotel Los Monteros, un lujo al alcance solo de unos pocos. Precioso. Y a medida que buscamos en línea recta la playa, nos encontramos con una hermosa y exclusiva urbanización donde por poner un ejemplo, tiene la casa el malagueño actor –que por cierto me parece un gran tipo- Antonio Banderas.
En el último piso del edificio, existe una cafetería para el personal, tipo ático, con una terraza espectacular. Imaginaos qué vistas, un quinto piso. Muchas mañanas tomo allí un café a primera hora. Se ve el mar casi desde Fuengirola a Algeciras. Los días claros no solo se ve Gibraltar sino que podemos divisar la costa norte de África. Por supuesto, esto es mirando hacia el mar. Hacia tierra podemos ver el Monte salpicado de mansiones... impresionante. Del clima poco puedo decir, basta con que veáis la información del tiempo de los telediarios.
Una vez metidos en el pueblo, no debemos dejar de pasear por las calles del casco antiguo y la plaza de los naranjos, famosa últimamente por albergar el ayuntamiento y la mayor densidad de chorizos y sinvergüenzas jamás conocida en ningún pueblo de nuestra España.
Marbella es una mezcla muy heterogénea de gentes. Desde los marbellíes más humildes, descendientes de pescadores, hasta los jeques árabes y vecinos de la milla de oro. En el medio hay un espectro amplísimo que abarca desde famosos, artistas, frikis, mafias y todo tipo de fauna. Y en este apartado, en fauna, concretamente en el capítulo de estúpidos analfabetos es donde se sitúan un importante número de políticos municipales que han tenido que vérselas con la justicia.
¿Por qué analfabetos? Pues porque su literatura preferida son las etiquetas de las tiendas de Puerto Banús, sus matemáticas no se conciben sin el signo del euro y su conocimiento de la historia se limita a los últimos tres o cuatro catálogos de Rolex. Dicho currículo no necesariamente les evita ser merecedores de este calificativo.
¿Por qué estúpidos? Porque ya no es que les falte el más mínimo sentido común -para qué vamos a hablar de la educación o del más mínimo interés por la cultura- lo que les pasa es que ni siquiera para robar son medianamente listos. No les falta habilidad para trincar, eso nadie lo pone en duda. Pero hay que ser tonto del haba para que en tu pueblo, un pueblo más bien chiquito donde todos se conocen y saben cuáles son tus méritos y tus patrimonios previos, curiosamente tras tu paso por el ayuntamiento, seas capaz de exhibir semejante ritmo de vida, alardeando sin tapujos.
Excelentísima alcaldesa Doña Marisol, no nos conocemos ni probablemente lo hagamos porque los huéspedes a rayas de Alhaurín son atendidos en otro hospital con mejores condiciones laborales por pertenecer al SAS, pero aún así, no puedo reprimir mi deseo de dirigirle unas palabras. Fueron muchos los que se alegraron de que medrara pudiendo mejorar aquel humilde trabajo de recepcionista en un banco. Pasó, sin ni siquiera un cursillo CCC, a un flamante puesto en el ayuntamiento. “M´alegro por tí, bonita” escucharía tantas veces por las calles de su Marbella. Ni Gil, ni Julián Muñoz, fueron mejores que usted. En eso puede estar tranquila. Y no crea que no le entiendo. Debe de ser muy difícil ver circular tantos billetes sin caer en la tentación de poner la mano. Prueba de ello es que muy pocos se van a librar, pero usted y su amiga “la García Marcos”, el azote de Gil y médico de profesión pero igual de estúpida que usted, se han pasado tres pueblos. Han sido capaces de continuar la faena sabiendo -digo yo que lo sabrían- que estaban en el mismísimo punto de mira de la Justicia.
Comprendo que la carne sea débil y que no hayan podido reprimir el instinto de abrir el bolsillo y mirar para otro lado. Lo comprendo, de verdad. Lo que no entiendo es que no les haya dado vergüenza de cómo se han enriquecido. No entiendo esa ostentación. No procedía en un pueblo en el que les conocen, en el que los niños apenas tienen parques donde ir porque se han construido viviendas sin licencia, en el que el hospital no puede ampliarse porque los terrenos destinados a este fin están sembrados de viviendas alegales, en concreto un hotel promovido por el señor Roca, en el que los colegios no tienen dinero ni para papel higiénico, en el que el municipio no puede pagar las nóminas de sus empleados ni a sus proveedores. Y ustedes cargando sus gastos personales al ayuntamiento. No sé si la justicia podrá satisfacernos, pero sepan ustedes que lo que nos pide el cuerpo a muchos, es que pasen muchos años a la sombra, añorando el magnífico sol de esta tierra. Y que su patrimonio, el de ustedes dos, el del Sr. Roca y el de todos los estómagos agradecidos que les rodean, sea utilizado para revivir y dar lo que se merece a este maravilloso pueblo andaluz. Para que todos sepan que en Marbella hay mucha infantería, muchos trabajadores y empresarios, la mayoría honrados y ni buenos ni malos, normales, como en todas partes. Y que es por éstos, por los que merece la pena visitar este rincón del paraíso.
Ojalá devuelvan hasta el último céntimo de euro y ojalá, que la justicia les invite a pensión completa durante muchos, muchos años. A ellos, y a los que quieran seguir sus pasos. Sean del color -político- que sean.
He dicho.