Hola, tenéis un poema y reflexión de Ángela en NOVEDADES, saludos a todos y gracias por estar con nosotros en esta aventura. Aliama Narval
Vampiros emocionales
No sé si verdaderamente son vampiros o caraduras, lo que si es cierto es que estoy de acuerdo en que existen. Todos hemos conocido alguno casi seguro. Mis estudios de psicología son escasos y sobre todo quedan ya algo lejanos en el tiempo pero una de las tres o cuatro cosas que recuerdo de esta apasionante ciencia, es que la personalidad es un concepto muy amplio y sobre todo muy complejo. Tanto que no es difícil reconocer como propias algunas de las características del narcisista, del histriónico, del obsesivo-compulsivo, del paranoico e incluso del antisocial, ese cautivador "bicho malo". Cualquiera puede verse parcialmente reflejado en una o más de estas personalidades.
Aunque no es evidentemente el tema de hoy, me detengo aquí un momento porque, al menos a mí me ocurrió, no es raro que al iniciarnos en la lectura y el estudio de la psicología nos pueda asaltar la duda de si nuestra personalidad es o no patológica. Nuestra personalidad, en su complejidad, puede tener –y de hecho los tiene- rasgos que no implican una personalidad patológica. Probablemente la línea divisoria entre la patología y la salud está en si estos rasgos interfieren en nuestras vidas de una forma significativa. Un ejemplo; muchos de los cirujanos que conozco tenemos en mayor o menor medida ciertos rasgos de la personalidad obsesivo-compulsiva. Esto se debe a una quizás exagerada búsqueda de la perfección en el resultado y a una enfermiza obsesión por evitar las posibles complicaciones que toda cirugía conlleva. Y aunque lo perfecto es enemigo de lo bueno, esto no es malo, al menos no es malo para el paciente. Ahora bien, si estos rasgos entorpecieran el acto quirúrgico podría considerarse patológico sin lugar a dudas. Dando una vuelta de tuerca más en esta complejidad, incluso en muchos casos ni siquiera podemos aceptar este principio ya que en cualquier proceso de aprendizaje se superan etapas y la personalidad, aún aceptando matices, también se aprende, o mejor dicho se educa. Esto no deja de ser una opinión, mi opinión. ¿Qué os parece a vosotros?
Volviendo a los vampiros, y regresando de los cerros de Úbeda, a mí me parece que son más bien un poco caraduras y otro tanto aprovechados. El vampiro, el del irlandés Stoker y que Coppola llevó al cine, vendió su alma al diablo cuando se enteró de la muerte de su prometida y por ello, no le quedaba más remedio que ser vampiro. El vampiro emocional ejerce de “chupasangre” porque probablemente le es más cómodo recibir que dar, incluso a pesar del difícil trabajo interpretativo que se ve obligado a representar para “hipnotizarnos”.
Se acepta que no son individuos malos, sino inmaduros para discernir si sus actos son buenos o malos. Magníficos actores, inmaduros,... no sé, no sé. Lo que está claro es que aún no debe de haber nacido el “tonto” -léase inmaduro- que se equivoque en contra suya. Los supuestos “tontos” que yo he conocido siempre obtienen ventaja de sus errores. ¡Será casualidad!
Os recuerdo las reglas del vampiro según Bernstein:
"Mis necesidades son más importantes que las vuestras"
"Las reglas se aplican a otras personas, no a mí"
"No es mi culpa, jamás"
"Lo quiero ahora"
"Si no me salgo con la mía, me da una rabieta"
Probablemente estoy equivocado pero,... a mí me parecen un poco “jetas”. Por si acaso, ya sean unos "jetas" o no, mucho ojito con ellos (y ellas).