Tras unos reconfortantes días de vacaciones en el paraíso, aquí estoy de nuevo, presto a trabajar una semanita más para volver a perderme hasta agosto. No podía dejar de pasarme por aquí para saludaros a todos. Poco a poco volveremos a tomar impulso y con la inercia, iremos alimentando esta criaturita que damos forma un poco entre todos.
Os decía que he estado en el paraíso. Mi Paraíso está en el Sur, en Cádiz, en Sancti Petri, en la playa de La Barrosa, junto a Chiclana. Kilómetros de arena fina, alisada y compactada por el incansable trabajo de las mareas del atlántico. Un océano que lo perfuma todo con su fresco aroma a iodo y que te susurra cariños al oído al son del vaíven de sus olas.
Y también está en Bolonia, junto a Tarifa, una playa sin urbanizar, junto a un pueblito y unas ruinas romanas (Conjunto arqueológico de Baelo Claudia). Si no lo conocéis, la visita merece la pena y para cuando la gusa apriete os recomiendo, allí mismo, el restaurante Las Rejas. José Manuel y su hermano hacen de su chiringuito familiar un lugar muy especial. Su amabilidad y su simpatía son lo mejor de su carta. Y su carta no es menos espectacular, destaca el atún en manteca con ensalada de pimientos y las tortillitas de camarones... cuajaditas de camarones, como las haría nuestra abuela. Y las croquetas de pescado, y las de calamares en su tinta, y... qué más os voy a contar, hay que visitarles. Bueno sí recomendaré algo más, de postre flan de queso... espectacular. En una de sus paredes tienen un cuadro con una frase que reza entre los flashes de la güeb y que no es mía, sino de ellos: "Ser importante es agradable, pero es mucho más importante ser agradable". Un saludo para ellos.
Cádiz -provincia- tiene algo que enamora. Allí me siento feliz y en calma. Mis constantes se ralentizan y mis sentidos se agudizan. De pronto, vuelvo a ser capaz de pararme y observar la belleza de un atardecer en el mar, o el majestuoso vuelo de una gaviota que sin mover las alas te mira, dejándose acariciar por los vientos de Cádiz. "Los aires difíciles" como muy bien los llamó Almudena Grandes. Difíciles, porque es una locura convivir con ellos cuando se enojan, cosa que hacen con frecuencia.
Levante y Poniente. Qué sería de Cádiz sin sus vientos. Probablemente no sería la misma. Ellos la protegen de la voraz fiera de la construcción. Pero es que sin ellos, Cádiz sería una huerfanita. Estaría huérfana de sus dos madres, porque para los que aún no lo sepáis, Cádiz tiene dos madres: la madre que parió al Poniente y la madre que parió al Levante.
Con todo, a mí me gusta. Mucho.
Un beso para todos, en especial para Alba y sus padres.