Comienzo esta serie del refranero porque creo que la mayoría de nuestros refranes reflejan nuestras decisiones y nuestra idiosincrasia, no sé si sabré interesaros en el tema que me preocupa a través de la crítica de lo peor de nuestras decisiones, en todo caso lo comparto con vosotros.
Por supuesto que hablo en general abarcando todos los estamentos y hasta el último de nosotros, si es que se puede aplicar esta escala; por lo tanto asumo que molestaré a los que se sientan reflejados o responsables de nuestros desastres en los últimos años y como son responsables espero asuman que no tienen excusa para continuar pensando que lo hicieron bien.
Habrá muchas realidades que desconozco y siguiendo el principio de que sólo veo con mis ojos y oigo con mis oídos evidentemente no tengo todos los elementos de juicio, este es el compendio de lo leído, escuchado, observado y vivido desde que volví a España en 1972.
Aliama Narval
La letra con sangre entra” Ha llovido mucho. Desde el sopapo y el guantazo propinado a los alumnos rebeldes hasta el momento en que el profesor se ha sentido intimidado por sus educandos, han pasado cuatro décadas. Ni aquello ni esto, pero ¿Qué ha ocurrido con la educación todos estos años para que tengamos semejantes resultados?
Yo que me siento testigo de excepción por dedicarme a la enseñanza, he observado cómo nuestros sucesivos gobiernos, con honrosas excepciones, deterioraban la enseñanza preocupados más por adoctrinar que por preparar a los nuevos ciudadanos en plenitud para que alcanzaran sus metas en su vida. Al correr de estos años ha primado la adoración por el dinero y su adquisición a cualquier precio, potenciando así la aparición de castas que han modificado las leyes para vivir del esfuerzo de los ciudadanos que a su vez suspiran por encontrarse en la posición de privilegio de dichas castas. ¡Aquí el que no corre vuela!
Para poder controlar a los contribuyentes que contribuirían a su prosperidad la educación debía estar encaminada a la falsa y nefasta idea de que todos somos iguales, con lo que se ha favorecido el que gente con muy poca preparación y experiencia, apoyada por un número suficiente de ciudadanos de su condición se hayan posicionado en Ministerios, altas instancias de la Judicatura e incluso hayan llegado a la presidencia sin ni siquiera conocer el idioma universal que ha impuesto la ciencia, la tecnología y el comercio internacional. Si supiéramos pensar sabríamos que cada uno de nosotros es único e irrepetible y por tanto cada uno de nosotros tiene una visión distinta de las cosas, lo único que puede ser igual son las oportunidades, pero junto con los derechos adquirimos grandes responsabilidades y si queremos ser libres y demócratas, más nos vale aprender lo que esos conceptos significan.
Poco a poco se ha fraguado un total desconocimiento de los buenos modales, así como una muy discutible y superficial preparación profesional, aderezada con un total desprecio por la cultura y el conocimiento, haciendo a nuestros ciudadanos cada vez más pobres en recursos lingüísticos y de urbanidad, por tanto menos capaces de aprender, generando así una cultura en la que se trabaja poco y mal y se espera todo de un gobierno, que como un padre hace, para que los niños lo dejen en paz, se saca de la manga subsidios y ayudas sin una planificación y control creando toda suerte de amigos y seguidores parásitos sociales, que de haber sido bien preparados serían un elemento de progreso y sustento para ellos y su país.
Claro que gente preparada significa gente exigente con la calidad de sus instituciones, sin embargo nosotros el pueblo somos muchas veces incapaces de ver más allá del dinero del subsidio y la gratuidad, cosa que de saber pensar descubriríamos no existe, porque tal gratuidad no es más que el dinero de los españoles que cotizan. Esto parece ser lo que hemos conseguido con el gobierno del pueblo en democracia, es esto lo que tenemos como cosecha desde que comenzamos nuestra andadura en libertad, esto es lo que hemos instituído como “solidaridad” esto lo que nos hemos regalado; corrupción a tal escala y tan generalizada desde todos los estamentos de poder ya sea Judicial o Político, hasta el último escalón social, haciendo que Jueces e ilustres mandatarios y parlamentarios se vean ligados al poder económico participando en empresas y negocios de dudosa condición, convirtiendo lucrativas estafas en operaciones legales y aplaudiendo la mofa al ciudadano corriente a quien, según sus comentarios, “es tan fácil engañar.”
¿Qué pasa con nuestra España? ¿Qué fue de las ilusiones de aquellos niños curiosos que yo tenía en mis clases, cuyos padres soñaban para ellos una educación superior? ¿Qué fue del Honor que queríamos para nuestra nueva andadura? ¿Qué fue del orgullo? ¿Cómo pueden tan ilustres Instituciónes proteger a tanto bandido? ¿Qué pasó con nosotros y cuando dejamos de soñar con un país mejor para soñar con una cuenta en un paraíso fiscal?
Me hago estas y otras preguntas una y otra vez y de pronto veo nuestras dificultades con la perspectiva del tiempo. Estamos siempre programados por los fracasos de nuestros gobernantes, los que nosotros hemos elegido por nuestro desconocimiento absoluto de lo más elemental.
Somos manipulados para hacernos enfermizamente débiles y dependientes: del paro, de los subsidios, de las ayudas; así, aceptamos, de buen grado, que nos gobiernen los débiles, inseguros e ignorantes sólo interesados en medrar y manejar el cotarro para su propio beneficio, dejando siempre esa puerta abierta por si nos toca algo en la repartición, porque esto que ocurre en nuestro país sólo es posible con nuestra connivencia.
Nosotros, por tradición y doctrina, por aquello de que España es diferente, aceptamos ser distintos, “especiales”, de ese modo no tenemos que esforzarnos en aprender, ya somos, por el hecho de estar. Esta puede que sea una magnifica excusa pero poco válida y poco justa para nuestro bienestar. Lo peor de todo este entramado de excusas es que en el fondo nosotros no nos creemos valiosos e inventamos dificultades y tomamos atajos que siempre nos conducen al trapicheo, al compadreo indiscriminado y por ende al desastre.
Si no sabemos enseñar algo, argumentamos que los alumnos son inútiles o que a los españoles, por ejemplo, no se nos dan bien los idiomas, sin plantearnos siquiera, como podríamos aprender desde la perspectiva de nuestro idioma e ignoramos, o peor, nos es indiferente, que por ejemplo, Estados Unidos de Norteamérica, Alemania y todo el mundo está plagado de genios españoles investigando y contribuyendo en la invención del futuro de la ciencia y al progreso de la humanidad.
A parte de nuestra torpeza de querer creer que lo nuestro es lo mejor y hacer oídos sordos al que nos pueda aportar algo diferente y mejor, está esa cultura de funcionario, un pequeño gran esfuerzo por aplicar el mínimo esfuerzo el resto de la existencia, pensamiento que es reforzado por políticos con una formación escasa pero con mucha arrogancia y dudoso encanto nos llevan siempre hacia una masa informe que ya ha demostrado ser un fracaso en todo el mundo ¿Pero cómo podemos desprendernos de esas formas si nuestra gente piensa que ¡Ande yo caliente, ríase la gente! si lo que importa es mi millón y no el montón de ciudadanos que perjudico?
Por alguna extraña razón, no llegamos a comprender que aprender nos aporta muchos modos diferentes de ver la vida, y, que conocer otras culturas, enriquece todos nuestros proyectos. No queremos entender que el progreso de uno, es el progreso de todos, vivimos acorazados en algunas ideas peregrinas que siempre nos llevan a la confrontación. Todo lo queremos arreglar haciendo que paguen los otros, nunca nos enfrentamos a nuestra pobre actuación y nunca creemos que tengamos que mejorar.
Nosotros, durante años, no hemos creído que esto fuera importante y hemos montado en cólera por la imposición del bilingüismo, y ni hablar del trilingüismo, que levanta tantas polvaredas que relega a nuestros niños a la posición de ciudadanos de tercera. ¿Siempre el país de Gila, todos iguales, más pobres e ignorantes cada día?
¿Quién se puede creer a estas alturas del desarrollo humano que a un niño le puede confundir aprender varios idiomas a la vez?
No queremos aceptar que saber es poder y que si nos nutrimos de información iremos seleccionando a la gente que administra nuestra ciudad y nuestro país, mirando con lupa a quien maneja nuestra economía, con otra exigencia, con otros valores más éticos de los que nos han acompañado hasta hoy, no porque seamos “buenos” si no porque sabemos las consecuencias que acarrea el hecho de que todo el que pueda meta las manos en nuestro dinero público. ¿Por qué no podemos tener en cuenta el buen ejemplo de otros que han aprendido a hacerlo mejor, al final de cuentas: “El saber no ocupa lugar”.