Mi ego es tan grande como el Universo, pero también sabe hacerse pequeñito, como un niño indefenso cuando la ocasión lo requiere.
Mi ego es mi caballero de reluciente armadura o es la túnica humilde y blanca, pero siempre me defiende y no permite la chanza.
Me cubre de finas ropas que él se empeña en llamar ropajes, viste mi casa de espejos y cristales y me canta al oído que soy grande.
En el amor es humilde, es enorme y no se conforma con mediocridades.
Mi ego es mi fuerza y coraje, es el respeto, es el aprecio.
Mi ego me dice siempre lo que me conviene,
Sin él, desaparezco en la bóveda celeste.